La provincia de Santander dentro de Castilla la Vieja: 150 años

Juan Pablo Mañueco

Extraído del libro «Castilla entre el XX y XXI, Historia y Memoria», de Juan Pablo Mañueco

Imagen de la entrada, fotografía de Francisco Javier Sánchez: vista de las marismas desde el Barrio de Ancillo, Argoños

150 años de tranquila existencia de la provincia de Santander dentro de Castilla la Vieja y generando mucho castellanismo

CONVIENE RECORDAR ESTE ORIGEN burgalés –y toresano/palentino- de la provincia de Santander y este periodo de ciento cincuenta años -¡son años!- de tranquila estancia de la provincia de Santander en Castilla la Vieja (desde 1833 a 1982), además de todos los siglos previos desde el nacimiento mismo de Castilla en la Bardulia marina y montañesa.

La artificiosa región de Cantabria no lleva tantos de existencia y le queda mucho tiempo hasta llegar a los 150 años que duró en Castilla la Vieja la provincia de Santander, más todos los siglos previos en que la Montaña y la Costa de Castilla fue primero origen y luego parte de Castilla.

Probablemente, antes del año 2132 –en que Cantabria se equipararía en duración a los 150 de la provincia de Santander dentro de Castilla la Vieja- habrá tenido que sellar algún acuerdo de colaboración vinculante.

O bien con Vascongadas, que siguen desbordándose hacia ella y, en realidad, absorbiéndola en toda su parte oriental, o bien con Castilla, esa Castilla a la que Montaña y la Costa castellanas dieron origen.

Mapa de los condados y subdivisiones dentro de Castilla entre 930 y 970

Pero en la época de la creación ex novo de la provincia de Santander (1833), el hecho era muy reciente todavía para un castellanista ilustre de la época, Marcelino Menéndez Pelayo (1856-1912), tan reciente que había tenido lugar en vida de su padre, Marcelino Menéndez Pintado (1823-1899).

Más de una vez hablarían los Menéndez no sólo del carácter castellanísimo de su Santander de mediados del siglo XIX, sino también del hecho de vivir, históricamente hablando, en una de las cuatro villas marineras de Castilla a las que Alfonso VIII había concedido fuero y privilegios comerciales propios, sentando las bases de su progreso respecto a las del entorno.

O de la extensión del Condado de Castilla, a mediados del siglo X, en donde no faltaban las Asturias de Santillana del Mar, ni la comarca de Campoo, ni la marítima Trasmiera. O acaso ambos Marcelinos hablaran de la España del siglo XI, donde Santander seguía estando en su sitio.

Reinos y condados cristianos en la última etapa del Califato de Córdoba

O de la España de principios o finales del XVI, donde, obviamente, Santander continuaba muy ufana en la región (ya Estado o Corona) que las tierras costeñas y montañosas de Santander, Laredo, Castro, Santoña, San Vicente… Santillana, Torrelavega, Vega de Pas, Reinosa… había contribuido a formar.

Ciudades con voto en las Cortes de Castilla en el siglo XVI, junto con los territorios cuyos procuradores representaban, entintados en el mismo color.

Las tierras costeñas de Castilla en 1521, junto a la ciudades de la Corona de Castilla con voto en Cortes castellanas, cuyos procuradores representaban los intereses de todas las zonas entintadas en su mismo color.

El mapa superior nos muestra esas diecisiete ciudades y una villa (Madrid), con derecho a enviar sus procuradores a las Cortes de Castilla, a principios del siglo XVI.

Las cabeceras de distrito hablaban por los intereses de todo él. Conviene fijarse en los colores que reflejan la provincia correspondiente.

Véase Burgos (verde), llegando al mar.

Toro (ocre y discontinua), con poco espacio a su alrededor pero comprendiendo la actual provincia de Palencia y sur de Santander (comarca de Reinosa).

Valladolid (amarilla, discontinua), lindando con la actual provincia de Orense, por tierras de Sanabria y con territorio muy cercano a la ciudad de León.

Soria (crema) frontera con Navarra pero que también se adentra en la actual provincia de Guadalajara, en la Transierra castellana, hasta alcanzar el río Tajo,

Ávila y Segovia que bajan hasta más al sur de la villa de Madrid.

Guadalajara (rosa), que ocupa bastantes zonas al norte de la actual provincia de Madrid.

Toledo (azul) que contiene tantas comarcas del sur de Castilla la Nueva, hasta lindar con Córdoba y Jaén…

Por su parte, en 1590, ya en tiempos de Felipe II, las cosas continuaban en su sitio, obviamente.

Fue el capricho gubernativo quien trastocó las cosas en la repetida fecha de 1833, alumbrando, desde un despacho de Madrid en la Corte de Isabel II, la primera provincia de Santander, a costa de la de Burgos.

Un intento no concretado de crear la “Provincia de Cantabria” (incluida en Castilla, eso sí) a finales del XVIII no funcionó más que en el nombre y en un territorio que no coincide con el actual.

Pero no consiguió ver aprobadas sus ordenanzas y precisamente encontró la oposición radical de Santander a dicha presunta provincia, por la competencia existente entre Laredo y Santander.

Historia de un terricidio y de un maricidio: Castilla fuera de su mar

VEAMOS ALGUNAS ETAPAS DESDE que Castilla nace desde el mar hacia los altos pasos montañosos cuyos desfiladeros debe sellar con pequeños castros –castillos-, que protejan ambos espacios, el montaraz y el costeño, a lo largo del siglo VIII, hasta que la élite política de los años 80 del siglo XX decidió desde arriba, verticalistamente, por pura supremacía y mando sobre la gente la expulsión y el destierro de Castilla de su lugar natal.

El “Bastón de Laredo” la agrupación de las villas y puertos de la costa castellana, desde Vizcaya a Asturias

EN LA DISPUTA SECULAR entre Santander y Laredo por adquirir predominio en la costa castellana, era precisamente Laredo, el bastón de Castilla y cabeza de las cuatro villas marineras y forales de Castilla, quien venía batiéndose con bastante éxito desde los tiempos en que el rey castellano Alfonso VIII –el de las Navas- otorgó a las “cuatro villas marineras de Castilla” sus respectivos fueros, entre los siglos XII y XIII.

Laredo, con fuero castellano desde 1200, que la distinguía como villa peculiar y exenta de algunos impuestos, se ha hallado muy estrechamente vinculado con Burgos, tradicionalmente, y había salido con mucha frecuencia victorioso en dicha pugna costera, con Santander, cuyo fuero como villa castellana data de 1187, otorgado por el mismo rey.

Bilbao/Vizcaya no tuvo fuero propio hasta 1300-1301, signado por el rey Fernando IV de Castilla, dicho sea de paso y como referencia temporal de la antigüedad de los fueros castellanos, aunque nos salgamos brevemente del tema de nuestra exposición.

Volviendo a lo que nos ocupa, hay que decir que, de hecho, en 1629, Laredo fue nombrado capital del Corregimiento de las Cuatro Villas de la Costa de la Mar, que agrupaba a todas las villas costeras del norte del reino de Castilla, lo que convirtió a Laredo en el concejo más importante y extenso del territorio.

De esta forma, Laredo fue sede permanente del corregidor real, que ejercía su autoridad en nombre del rey de Castilla, y se decantó como la villa que controlaba los privilegios concedidos por los reyes, así como el lugar de acuartelamiento de las tropas encargadas de defender este distrito.

Se consolidaba así, durante dos siglos, el territorio llamado “Bastón de Laredo”, como se denominó a todo el territorio costero y cercano a la costa castellana desde Vizcaya hasta Asturias.

Los escudos de Santander y Laredo son muy similares, sobresaliendo en ambos casos el detalle del barco que rompe las cadenas de la Torre del Oro sevillana y que tuvo tanto eco en los puertos norteños de Castilla, precisamente porque suponía la construcción y primera aparición victoriosa de la Marina de Guerra de Castilla, que desde entonces seria dueña de los mares y océanos durante cinco siglos, hasta la disolución de la Corona de Castilla, en el siglo XVIII.

El primer dominio marítimo mundial, sin rival alguno posible en su tiempo, fue el castellano o, por decirlo más exactamente, el de la Corona de Castilla, en el que las villas marineras del norte de Castilla ejercieron un papel determinante.

Heráldica costeña al alcance de quien quiera verla: se interpreta sola

ESTA SIMILITUD ENTRE LOS escudos de Santander y Laredo, que muestra su castellanía naval desde el siglo XIII, puede completarse aún más nítidamente si se observa, por ejemplo, el escudo de Santoña, que ya hemos reproducido, unas páginas más atrás, con el mismo motivo de la aparición de la Marina de Guerra de Castilla, en el borde de abajo, más otro espacio superior aún más significativo: el cuartelado de la Corona de Castilla.

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Por su parte, el escudo de Castro-Urdiales no es menos significativo, sino exactamente igual de clarificador.

Escudo de Castro-Urdiales.

La heráldica municipal de la ciudad de Santander, muy similar a la de Laredo, según se ha dicho, muestra a un barco castellano, mandado por el almirante burgalés Ramón Bonifaz, que acaba de romper la cadena de hierro que unía la Torre del Oro con Triana, a la entrada por el Guadalquivir a la ciudad de Sevilla.

Escudo de la ciudad de Santander, muy similar al de Laredo

Hacia esta ciudad de Sevilla se encamina ya el marino burgalés, gobernando la nave que el propio Bonifaz había supervisado en su construcción, siguiendo las órdenes del rey navegante, el zamorano de nacimiento –para que todos los puntos geográficos de Castilla se aúnen en el hecho- Fernando III el Santo.

Pasear por las localidades costeras de Cantabria resulta aun hoy sumamente aleccionador sobre su “entidad regional histórica” de esta tierra. Así como ver el número de calles o avenidas rotuladas con el nombre de “Marina de Castilla” o “Almirante Ramón Bonifaz” que en ellas pueden encontrarse. O plaza o calle de los Fueros… signados por el rey de esas tierras y puertos: el rey de Castilla, naturalmente.

Líquida y gaseosa provincia de Santander -con fecha de fabricación-, pero no sólida.

POR EL CONTRARIO LOS partidarios de detraer a la provincia de Santander del resto de Castilla, durante la Transición, negaban hasta la evidencia que tenían al alcance de sus ojos.

Y aunque las argumentaciones a favor de la permanencia de la provincia de Santander en “su” Castilla –porque incluso es más Castilla de Santander que Santander de Castilla- eran argumentos históricos, de presente y de futuro, quienes fomentaban la secesión preferían llamarlos argumentos “historicistas”.

Ellos, en cambio, los desmembradores del cuerpo castellano, a falta de argumentos ni históricos ni historicistas recurrirían a argumentos “prehistoricistas”, y ello sí les parecía legítimo: los cántabros prerromanos.

Semejante actitud no les parecía impostada, pese a que era precisamente eso: prehistoricismos fabulados en su mayor parte –en lo territorial y en cuanto sus contenidos- por imposibilidad de hallar fuentes escritas que confirmaran algo de lo que se deliraba.

Los cántabros prerromanos no sabían escribir y, por no tener no tenían alfabeto, por lo que no pudieron dejar testimonio escrito sobre sí mismos: trazar signos raros sobre una superficie plana no estaba entre su mundo mental, ni se les había ocurrido pensar para qué pudiera servir.

Y los textos escritos romanos sobre “Cantabria” resulta que no coinciden con la provincia de Santander, sino más bien –de nuevo- con lo que a lo largo del siglo VIII comenzó a rebautizarse como “Castilla”.

De hecho, a riesgo de ser algo cruel cabría decir que lo más “histórico” de la posición de los cantabristas de la Transición, o de los de nuestros días, es… el tantas veces citado granadino Francisco Javier de Burgos y del Olmo, secretario de Estado de Fomento, durante dos meses, entre octubre y diciembre de 1833.

Javier de Burgos, según su ordeno y mando, es la más sólida primera piedra histórica a la actual comunidad de Cantabria al crear la provincia de Santander, el 30 de noviembre del tantas veces citado año de 1833.

Lo anterior a esa fecha es Castilla, puro corazón de Castilla: Burgos, Palencia, Toro; y lo posterior también. Una provincia de Santander integrada en su región de Castilla la Vieja, participando de sus inquietudes y disfrutando apaciblemente de los territorios de las previas tierras burgalesas y palentino/toresanas que el prohombre granadino había tenido a bien asignarle.

Cantabrismos, carpetanismos, arevacismos, lusonismos: unos más históricos que otros, esa es la verdad. Todos más que el primero, aunque el primero a fuerza de propaganda ya se vaya aceptando por los desconocedores de la realidad

SOBRE ESTA DEMARCACIÓN TERRITORIAL, o creación provincial de despacho madrileño decimonónico, trazan los cantabristas de nuestros días su elucubraciones prerromanas, saltándose sobre el puente de lo que no les interesa 2.000 años de historia y el hecho incuestionable de que los territorios entre ambos conceptos no coinciden y las “señas de identidad” de ambos mundos, lenguas y razas tampoco.

“Cantabria, 5000 años de Historia” era uno de sus lemas seductores con los que empezaron a financiar sus propagandas mentales y falsarias… Porque los cántabros no sabían escribir, a diferencia de otros pueblos prerromanos que sí sabían hacerlo y en su propio alfabeto prerromano.

Cualquier provincia de España podría asignarse esa antigüedad encantadora y atractiva, o mayor incluso si le peta, con tal de decidir aplicarse el nombre del pueblo prerromano que hubiera habitado en esas tierras, aunque no haya otra coincidencia con sus actuales moradores.

Y si, como decimos, es capaz de asumir que ni el territorio aquel coincidirá con el de la provincia actual que hiciere tal cosa, ni todos los demás indicadores étnicos, lingüísticos o raciales… Ganas injustificadas de cambiarse el nombre, y enredar y liarse con la Prehistoria para parecer más arrebatadoramente antiguos.

Posiblemente, el PNV que de hacerse los viejos –sin serlo- sabe un rato largo les sopló al oído a los primeros cantabristas de su apetecido protectorado político cómo podían darse una pátina de encanto viejo cautivador, y así empezaron algunos santanderinos a quedar cautivados y cautivos de las fabulaciones y mentiras falseadas por los ideólogos bilbaínos.

Pero resulta que, para lustre y barniz de apariencia arcaica… ¡5.000 años es poco!, ayer por la tarde en términos prehistóricos.

Con mayores motivos podían decir los carpetanos de la Alcarria de Guadalajara, desde los bosques de Riba de Saelices que ellos en la Cueva de los Casares ya pintaban y grababan las paredes de sus casas hace… ¡25.000 años!

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