Igualdad territorial, en lugar de desigualdad oficializada

Juan Pablo Mañueco

Extraído del libro «Castilla entre el XX y XXI, Historia y Memoria», de Juan Pablo Mañueco

EN CUALQUIER CASO, LO que no puede ni debe continuar es una España de las Desigualdades Autonómicas, que es el verdadero nombre que mejor define al llamado Estado de las Autonomías.

El Estado de las Desigualdades Autonómicas actual es un confuso batiburrillo de “nacionalidades, regiones, taifas y taifillas castellanas y dos comarcas vitivinícolas ascendidas a la consideración de regiones históricas o semi-regiones históricas para seguir descomponiendo más a las taifas y taifillas castellanas”.

Hablo de “taifas castellanas” porque una taifa es el producto de la descomposición de algo precedente que las englobaba: Castilla. Las demás regiones españolas sí han sido respetadas y continúan su devenir en la España autonómica.

La única que ha sido descompuesta en taifas y taifillas es Castilla, que ha dado lugar a cinco corpúsculos en su interior. Y lo son, taifas…, ¡las cinco! Sin sentido alguno por sí solas. Ni siquiera la taifa del Duero.

Las taifas y taifillas castellanas incluyen a dos comarcas vitivinícolas, en distinto grado de descomposición

Viñedos de la Mancha en Alcázar de San Juan

Pero “La” Mancha y “La” Rioja, insisto, hasta por el artículo que las precede se sabe que son comarcas integradas en algo mayor que ellas y superior a ellas. El artículo precediendo a un territorio es el instrumento de que se sirve el idioma castellano –que tiene sus leyes aunque los políticos las perviertan todas- para indicar que lo que viene a continuación no es una entidad política, ni una entidad en sí misma, sino parte geográfica de un todo mayor, que sí tendrá ya categoría de ente por sí mismo.

Viñedos de la Rioja junto al río Ebro

Es preciso recuperar el tronco común castellano.

Tal cosa redundaría en la igualdad autonómica, frente a la desigualdad autonómica que es lo que se oficializó en los años 80 del siglo XX.

Y, dicho sea de pasada, es preciso derogar la ley de protocolo de las banderas autonómicas en el apartado que establece su orden de primacía en los actos oficiales.

Eso de que el orden de exhibición sea el de la fecha de firma de su Estatuto de Autonomía, no es sino la excusa para justificar una nueva ofensa a las demás autonomías, a las que se quedaron atrás por discriminación inicial, que no puede perpetuarse.

O se establece el orden alfabético o se respeta la primacía de las entidades que aparecen en el escudo de España, tanto en el monárquico desde el siglo XV, como en el republicano: en ello, en que respetaron esos cuarteles de su escudo ambos Regímenes se ve su historicidad. Su carácter de antiguos Estados históricos.

Escudo de España en la moneda de Una Peseta acuñada durante la Segunda República Española

Lo que no puede seguir ocurriendo es que en España, por extrañas componendas de los años 80, las autonomías con poca Historia se llamen “nacionalidades”, las comunidades con mucha Historia las fragmenten en taifas o las tengan por “regiones” de poca monta, y las comarcas vitivinícolas pasen a ser consideradas “comunidades históricas”.

Un poco de mezcolanza de conceptos puede ser inevitable, pero un exceso de revoltijo de nociones, amasijo de ideas y ensalada de pensamientos como el que existe hoy en España comienza a ser inviable, insostenible y grotesco.

El siglo XXI y señales de esperanza: el Consejo de Comunidades Castellanas

Juan Pablo Mañueco

Extraído del libro «Castilla entre el XX y XXI, Historia y Memoria», de Juan Pablo Mañueco

El siglo XXI

SEGÚN LA PERIODIZACIÓN DE veinte en veinte años, llevaríamos una generación cultural castellana en el siglo XXI y a punto de despuntar la segunda… Pero también es posible que la nueva configuración autonómica de España haya escindido la unidad intelectual de los escritores y artistas de las provincias de las Castillas, y ahora se unan y compacten de forma diferente a la tradicional, siguiendo el nuevo mapa autonómico, con sus consiguientes honores y subvenciones.

De grado, allí donde las nuevas autonomías surgidas en los años ochenta hayan logrado persuadir a sus habitantes de que no tienen nada que ver con Castilla, o por la fuerza, cuando es la presión y la financiación institucional la que consigue que el contacto entre los escritores y artistas de toda Castilla no se produzca, sino que se unan solamente dentro de las taifas.

Ciertamente, las subvenciones y ayudas oficiales desaparecen si se plantean encuentros culturales entre las diversas Castillas, mientras que abundan o al menos existen si se pretende apuntalar alguna mini-Castilla surgida en los ochenta.

No obstante, los festivales folklóricos, encuentros de rondallas, actuaciones musicales que suman grupos de Madrid y las dos Castillas son frecuentes, organizados por ayuntamientos. O bien convocadas entre los propios grupos musicales que saben están haciendo la misma música, al margen de fronteras políticas.

Esto es lo relevante, no cabe apreciar diferencias regionales donde no existen distancias regionales apreciables.

Pero es lo cierto que, en el ámbito de las instituciones (instituciones y Castilla son términos antitéticos, en estos momentos: los miembros de las instituciones sabrán por qué), cualquier asociación cultual que se cree en una provincia castellana recibe la “indicación” de que puede expandir su ámbito de actuación al conjunto de la región de que se trate.

En cambio, si se le ocurre plantear que desea trascender los ámbitos oficiales y actuar también en una provincia castellana ajena a la región oficial, es puesta de inmediato bajo sospecha y puede despedirse ya de recibir ayudas oficiales.

¿Listas negras de disidentes, personas o asociaciones? Claro que sí, en las dictaduras, en las democracias… es condición humana.

El Consejo de Comunidades Castellanas, una sencilla y provechosa solución a cuarenta años de taifas castellanas, inconexas entre sí.

COMO DATO SIGNIFICATIVO DE un camino que estuvo a punto de recorrerse en la buena dirección, pero que a pesar de su éxito inicial fue cortado de raíz desde las alturas -sin que se hayan aclarado los motivos-, hay que señalar la creación en el año 2000 y la celebración de algunas reuniones y actividades del “Consejo de Comunidades Castellanas”.

Fue convocado por los presidentes de la Comunidad de Madrid, de Castilla y León y de Castilla-La Mancha, Alberto Ruiz-Gallardón, Juan José Lucas y José Bono, para coordinar actividades comunes entre las tres comunidades, sobre todo culturales y turísticas. Ese Consejo llevaba aparejado el reconocimiento de la castellanidad de las tres comunidades autónomas citadas.

También se invitó a Cantabria y La Rioja, y éstas aceptaron participar en algunas actividades que les parecían muy provechosas: la oferta en el extranjero de paquetes turísticos que combinaran la cultura y monumentalidad del interior de Castilla, con las playas norteñas de Cantabria y con los cursos de lengua castellana en lugares simbólicos de La Rioja, por ejemplo.

Esta vía cultural y turística, sin duda, sería necesario que se continuara, porque además de funcionar en sí misma, sirve para subsanar un grave defecto del mapa autonómico español de la Transición: la desaparición sorprendente de Castilla entre los pueblos históricos de España.

Los políticos que, mejor antes que después, constituyan un operativo “Consejo de las Comunidades de Castilla” entrarán por la puerta grande de la Historia de Castilla, al igual que quienes deshicieron esta tierra en parcelas inconexas, por presiones sobrevenidas desde arriba, salieron por la puerta pequeña de la gran Historia de una tierra que no sintieron ni defendieron debidamente.

El “Consejo de Comunidades Castellanas” sería incluso ahorrativo para el presupuesto público

PERO ADEMÁS, UN “CONSEJO de Comunidades Castellanas” ahorraría presupuesto público, al evitar duplicidades entre territorios tan próximos y semejantes que deben coordinar más y mejor algunas de sus actividades.

En materia de gestión medioambiental, por ejemplo, en medidas de coordinación contra los incendios forestales que trascienden los límites autonómicos, donde hoy vemos cómo dotaciones de bomberos no pueden traspasar los límites ficticios por cuestiones burocráticas territoriales, en asuntos de gestión de infraestructuras, en temas sanitarios, educativos, culturales, etc.

Ahora bien, el principal objetivo de un “Consejo de Comunidades Castellanas” debería ser proyectar al conjunto de España el peso real de Castilla reunificada en las grandes cuestiones de Estado.

Probablemente, que Castilla no tuviera ni voz en el Parlamento (no lo ha tenido) ni peso en España (tampoco) fue el propósito de quienes efectuaron su partición en cinco comunidades taifeñas y el de las fuerzas políticas colaterales que lo exigieron.

Es difícil de creer que perjudicar a Castilla fuese la intención directa de los parlamentarios castellanos que la dinamitaron, aunque hay ideologías a las que les “pone” esta opción y, a las otras, Castilla les resulta indiferente, salvo para recoger sus actas de parlamentarios. Pero que hay otras formaciones políticas en España deseosas de debilitar a Castilla, ofrece pocas dudas.

Un convenio de colaboración entre las Castillas, al menos

CUANDO MENOS, UN CONVENIO de colaboración entre las Castillas se ve como conveniente y en algunos casos muy provechoso, si es que las intrafuerzas contracastellanas son tan potentes que son ellas quienes impidieron e impiden el funcionamiento de un “Consejo de Comunidades Castellanas”…

Madrid, con su pujante economía, se ha quedado sin territorio aprovechable y hace tiempo que salpica –a veces diluvia- con población y desarrollo a las provincias limítrofes: Guadalajara, Toledo, Segovia.

El tránsito de personas entre estas últimas provincias y Madrid crece continuamente y madrileñas son también las principales inversiones económicas en las provincias citadas, y en algunas otras del entorno, como Ávila, Salamanca, Cuenca, Ciudad Real

También son madrileños principalmente los turistas de todas las provincias de su alrededor y son las provincias antes citadas donde construyen preferentemente los madrileños sus segundas residencias.

Por su parte, Madrid se beneficia también de su cercanía y carácter central respecto a las dos Castillas. Castilla es su espacio de expansión económica, es el lugar de procedencia de la mayor parte del agua, energía y materias primas que consume.

Castilla también es el origen de la mayor parte de la inmigración que ha recibido Madrid desde los años 50 del siglo XX, o desde antes de esa fecha. Y se quiera ver o no, hay un vínculo cultural, histórico, universitario evidente entre Madrid y las provincias castellanas de su entorno.

De hecho, ya hay convenios universitarios entre Alcalá de Henares y Guadalajara, y convenios de Transportes entre Madrid y las zonas de influencia mayor de las provincias limítrofes, que zonifica las tarifas según su grado de uso por los viajeros, al margen de las artificiales fronteras autonómicas políticas.

Se trata de no hacer en silencio y extraoficialmente lo que resulta necesario ya, y será inevitable en un futuro muy inmediato: la colaboración entre Madrid y las provincias que lo circundan.

El estandarte cuartelado de la Corona de Castilla

Juan Pablo Mañueco

Extraído del libro «Castilla entre el XX y XXI, Historia y Memoria», de Juan Pablo Mañueco

Imagen principal de la entrada: detalle del mapa de Nuño García de Toreno, año 1522. Naves castellanas en el Océano Índico.

El estandarte cuartelado es de la Corona de Castilla, no es privativo de la provincia –o incluso si se admitiera vigencia al antiguo reino- de León, sino de la Corona de Castilla y de quienes sean o se sientan sus herederos

AL FINALIZAR ESTOS APARTADOS, sí quiero dejar constancia de mi criterio sobre el estandarte cuartelado de la Corona de Castilla, el cual, por cierto sí podría optar con veracidad al galardón de enseña más preciada, por hechos y hasta por diseño –aunque esto es relativo- de las existentes en la Tierra.

León, provincia, incluso ciudad… me temo que quedara en esto…-ya digo, si las cosas se dejan a su libre albedrío- o incluso antiguo reino –si efectivamente se comprobara la vigencia de tan añejo, atlántico o extraleonés concepto- puede decidir libremente lo que guste, por supuesto, y, si quiere, ponerse, adjudicarse y oficializar los símbolos que le plazcan.

Ahora bien, el estandarte cuartelado de la Corona de Castilla corresponde a toda la Corona de Castilla, no a ninguna de sus provincias, aisladamente.

Y esa enseña cuartelada de castillos y leones, desde 1230, por obra de Fernando III el Santo, sirve para identificar a las dos Castillas y León, desde el mar Cantábrico hasta Ciudad Real, sea cual fuere el ámbito que demos al concepto de León.

También es la que ha descubierto todos los continentes descubribles desde 1492, incluidos la Antártida, Australia y Oceanía, y todos los océanos y mares descubribles y navegables desde esa misma fecha.

Y el que ondeó durante la primera Vuelta al Mundo por parte de Fernando de Magallanes, navegante nacionalizado castellano antes de recibir el mando de una flota castellana, naturalmente, y antes de recibir el pendón real cuartelado de Castilla que debía poner en lo más alto de los barcos que comandara en su viaje hacia lo desconocido. Por ello es irrelevante dónde hubiera nacido: se nacionalizó castellano por voluntad propia, y fue leal al estandarte cuartelado hasta el extremos de dar la vida por él.

Réplica de la Nao Victoria

Una hazaña que seguirá siendo la principal gesta descubridora de la Historia de la Humanidad hasta que nuestra especie salga de los límites del Sistema Solar, navegue por los espacios desconocidos allende todos los mapas y controles existentes, y logre retornar a nuestro planeta con sus tripulantes vivos.

Hasta entonces. El viaje a la Luna con el que a veces se compara indebidamente la gesta de la Corona de Castilla al circunnavegar la ignota Tierra en tres años poco tiene que ver con un viaje tan escaso a un satélite y objetivo que está a la vista, que sólo duró dos días y que básicamente fue teledirigido desde las estaciones espaciales de la Tierra, para que la cómoda tripulación apenas tuviera que esforzarse.

Durante dicho viaje de circunnavegación, el almirante nacionalizado castellano Magallanes iba acompañado por otros marineros de múltiples provincias costeras e interiores de Castilla, preferentemente -por el motivo de que fue financiado por comerciantes privados burgaleses del Consulado del Mar de esta ciudad-, marinos de la hoy interna provincia de Burgos.

Gonzalo Gómez de Espinosa, de Espinosa de los Monteros (Burgos), fue el segundo almirante de la flotilla castellana a la muerte de Magallanes –de quien fue su lugarteniente durante todo aquel su último viaje-, ocurrida en combate en el Nuevo Reino de Castilla, que luego, unos años después, sería rebautizado como Filipinas.

Todo lo cual… imprime historia indeleble a este bello estandarte. Lleno de soles, de sales, de avances, y de flameares al viento por todos los continentes y océanos de la Tierra. La bandera cuartelada de castillos y leones pertenece a quienes lo ondearon por todo el mundo y a quienes se sienten herederos de sus gestas descubridoras y también de sus logros culturales.

A quienes, como Miguel de Cervantes y tantos otros clásicos, modernos y contemporáneos –todos ellos ya también clásicos castellanos-, combatieron bajo el estandarte de Castilla o elevaron el idioma de los castellanos a la cima de la gloria, de la musicalidad y de la perfección misma entre las lenguas literarias, ya vivas de la actualidad, ya muertas de la antigüedad pretérita.

Y a cuantos lo han enarbolado en Castilla, en tierras y mares próximos u océanos lejanos y territorios remotos a ella sintiendo que se unían a una tradición y a una cultura sorprendentes que, aunque quiera soslayarse momentáneamente, por motivos que no se alcanzan a entender bien, acabará sobreponiéndose a las dificultades y rehaciéndose desde su olvido programado y postración deliberada presente.

Sí, Castilla acabará sobreponiéndose a las dificultades, a causa de la extraordinaria altura que alberga su idioma, su cultura, su arte, sus tradiciones y su personalidad, y mañana, después de la batalla, pensará en que todos los instantes actuales fueron un mal sueño provocado por “míos enemigos malos”.

Eso sí, eran muy numerosos, conjuntados contra ella y sumamente encarnizados en su malas artes y en su negra animadversión legendaria contra ella.

En consecuencia, terminaré ya, señoras y señores lectores y oyentes, como si esto fuera el texto de una conferencia pronunciada desde el papel.

Terminaré sin jactancia, sin alarde, sin vanidad, sin soberbia, y sin elevar el tono de mi voz siquiera, el pronunciar el vítor final, pero sí con orgullo, con satisfacción, con complacencia, con gozo y con sinécdoque por mi tierra diciendo: Viva Castilla.

He dicho…, y es bastante lo expuesto, sobre lo que ocurrió en los años 80 del siglo XX.

Muchas gracias por escucharme.

Nao Santa María y carabelas Pinta y Niña en rumbo a América con el estandarte del Estado que les enviaba a efectuar su viaje

Las campañas de descastellanización de las demás Taifas castellanas

Juan Pablo Mañueco

Extraído del libro «Castilla entre el XX y XXI, Historia y Memoria», de Juan Pablo Mañueco

También las restantes Comunidades Autónomas o Taifas castellanas iniciaron una agresiva campaña de descastellanización ideológica de sus habitantes

NO HAY QUE ASOMBRARSE mucho de ello, ya que igual han hecho los jerarcas de las otras Taifas en que fue partida Castilla. Tanto en las Castillitas como en las ex Castillas el plan ideológico y escolar ha sido el mismo: crear adeptos a las nuevas autoridades y a los territorios sobre los que se asentaban.

Y ello por más absurdos y contra la historia y los intereses de sus habitantes que los nuevos entes fueran. Lo importante era cubrirles con una pátina de legitimidad histórica –si se podía- y desde luego borrar de todo discurso la palabra y el concepto “Castilla”.

Continuaba, y en realidad continúa hasta la fecha, la consigna de la Transición: “Vade retro, Castilla”.

La Taifa castellana del Duero

LA TAIFA DE LA MEDIO Región del Duero se apropió de toda la Historia y esencia de Castilla –¡ya quisiera ella!- de manera que la Castilla del otro lado del Sistema Central no sabía lo que era… Y a la de arriba le asomaban cosas, hechos y personajes que no podían ser suyos, ni aunque se pretendiera tal patraña.

Mapa de la Cuenca Hidrográfica del Duero

Había que extirpar de la Historia oficial que desde 1085 la Transierra o Castilla la Nueva ya era Castilla, y que además el peso cultural empezó a desplazarse hacia la nueva tierra castellana.

Es decir, Castilla la Vieja y Castilla la Nueva llevaban unidas ya dos siglos cuando se produjo la unión definitiva de la Cuenca del Duero o Castilla y León (1230), pero esto no interesaba que se difundiera.

La Junta de Castilla y León haría lo posible para que este hecho de la unidad entre el norte de Castilla, lindante al mar, y el sur de Castilla, pasado Toledo, desde el siglo XI, no fuera relevante ni conocido y desde luego, ella no pensaba obrar en consecuencia.

La Taifa castellana del Tajo

LA TAIFA DEL TAJO, por su parte, no contenta con portar un nombre absurdo que iguala un reino histórico con una más de sus veinticinco comarcas, Castilla-La Mancha, hizo algo más para satanizar el nombre de Castilla: eliminarlo, siempre que pudiese.

Manifestación en Toledo por un río Tajo vivo ( 25/03/2023 )

En efecto, el Gobierno regional de CASTILLA-La Mancha promocionó que el primer término de la ecuación fuese eliminado, tanto como pudiese serlo sin caer en lo ilegal.

Y, así, se continúa hablando del Gobierno “manchego” en los medios de comunicación nacionales, sin que hasta la fecha el Gobierno castellano-manchego haya emitido ninguna nota oficial de protesta, celebrado un debate en su parlamento autónomo al respecto ni tomado ninguna medida contra los medios que incurren en semejante falta de conocimiento y de respeto hacia lo castellano de la región.

Que o bien es todo –como perfectamente podría probarse- o bien es parte; pero lo que dicen y escriben los medios de comunicación es mentira, fraude y engaño, a secas, y sin paliativos.

Por cierto, algún día debería definirse qué es lo castellano de Castilla-La Mancha, entre otras cosas porque así se sabría qué es lo manchego de la misma, y, a lo mejor, las veinticuatro comarcas no manchegas de la región se embravecen mucho cuando sepan que quieren tenerlas por “manchegas” sin serlo, y sin valorar sus muy dignos valores comarcanos idénticos a los de la comarca sobredimensionada, sobretasada, sobrepasada, y desbordada de límites hasta el paroxismo de la superioridad.

Una supremacía inmotivada sobre La Sagra, o La Alcarria, etc., la cual última también ocupa mucha tierra, tres provincias castellanas y es muy ambarina y sobre hojuelas, por lo que no debería quedarse con la miel en los labios de optar a equiparse su parte con el todo castellano, teniendo en cuenta que otra comarca, la manchega, sí lo hace sin temor al ridículo pretencioso ni al absurdo de lo disparatado, lo insensato y el desatino.

Por otra parte, definido lo castellano de Castilla-La Mancha, podría evidenciarse que es coincidente con otras comunidades autónomas castellanas de España, y de esta forma podría alcanzarse la unidad castellana por la vía del intelecto.

Es una de las formas posibles, además de la vía política verticalista bajo presiones exteriores por las que Castilla fue deshecha, inmolada y arrojada al estercolero de su grandiosa historia, donde sigue dando más lecciones de valía que sus basureros tronchadores, trinchadores y feridores que en efecto, han conseguido dañarla, pero no lo suficiente para opacar su personalidad y cultura.

La Taifa castellana de Madrid

SOBRE LA TAIFA DE MADRID, cómo no esbozar una sonrisa al saber el modo en que llegó a la autonomía, por abandono de todo su entorno… Basta con oír solo una vez –más no se aguanta- su himno oficial, para reír ampliamente con dicha autonomía.

Himno de la Comunidad de Madrid

Yo estaba en el medio:

Giraban los otros en corro,

Y yo era el centro.

Ya el corro se rompe,

Ya se hacen Estado los pueblos,

Y aquí de vacío girando

Sola me quedo.

Cada cual quiere ser cada una:

No voy a ser menos:

¡Madrid, uno, libre, redondo,

Autónomo, entero!

Mire el sujeto

Las vueltas que da el mundo

Para estarse quieto.

El himno de Madrid es otro ejemplo de que las autoridades taifeñas españolas como, por otra parte, también las autoridades centrales hacen verticalistamente con el territorio y las gentes que dominan lo que quieren… Y que no andan sobrados de vergüenza política.

Todas las taifas castellanas son taifas que actúan del mismo modo. Nacionalidades, regiones y taifas castellanas –subproducto de la descomposición de Castilla- existentes de España

LAS TAIFAS REGIONALES CASTELLANAS –subproducto artificial de la descomposición de Castilla- se han inventado también banderitas sin sentido, fiestas regionales sin motivo y financian “congresos de estudio”, “trabajos etnográficos”, “investigaciones históricas”, “asociaciones de intelectuales” y otras gaitas financiables que acepten pasar bajo el arco del triunfo de los caprichos de los neojerarcas.

Y a los disidentes, es decir, a los castellanistas íntegros, ni agua presupuestaria, por supuesto. Así ha sido y será siempre.

El único privilegio de los disidentes es que la verdad, hasta donde puede alcanzarse, está con ellos y que la cultura de Castilla les respalda. Y esto es mucho apoyo sólido, frente a lo provisional que son todas las etapas en política. Porque lo cierto es que el mundo, y más aún el mundo de la política, no se está quieto, sino que da muchas vueltas.

Las “nacionalidades, regiones y taifas castellanas” existentes en España, por orden de mayor a menor y a nulo peso en la política territorial de España, entendiendo por “taifas castellanas” a los conglomerados de municipios –porque otra cosa no son- que han surgido en el Estado histórico de Castilla, uno de los más históricos del mundo, no favorecen los intereses de Castilla.

Remédiese, por parte de la casta política que cometió el error o permítase a la población castellana pronunciarse al respecto y pregúntesele si vería útil y provechoso la constitución de un Consejo de Comunidades Castellanas, para colaborar en temas comunes… y se verá que, a lo mejor, los disidentes somos la mayoría de los castellanos.

Fuente: Europa Press. Reunión de Presidentes de Castilla-La Mancha, Castilla y León y Comunidad de Madrid para luchar conjuntamente contra el Covid19. Valladolid 07/09/2020

Quizá se pruebe en una consulta popular de ese tipo que es el oficialismo taifeño que nos desunió y nos mantiene callados, no representados en las instituciones y desunidos a los castellanos el sentimiento que siempre fue y sigue siendo el minoritario.

El caso final de la provincia de Santander

Juan Pablo Mañueco

Extraído del libro «Castilla entre el XX y XXI, Historia y Memoria», de Juan Pablo Mañueco

Imagen principal, fotografía de Francisco Javier Sánchez: cartel de bienvenida a Santoña, cuna de Juan de la Cosa. Navegante y cartógrafo, autor del primer mapamundi en el año 1500.

EL PROVINCIALISMO Y PROVINCIANISMO son muy comunes en una desprestigiada Castilla, desacreditada, difamada y vilipendiada incluso para y por los propios castellanos. Se ama a la provincia y a España, no a Castilla, por razones de incomprensión de sí misma que estamos señalando como propias de esta tierra.

La Leyenda Negra contra Castilla, que he analizado en otros libros, desde su creación a mediados del XIX, hasta su triunfo con la Generación del 98 –salvo Unamuno- y extensión nacional a través de los planes de estudio por toda España y toda Castilla está en la base de ese menoscabo que sienten los castellanos por su propia tierra. Que es autoodio en algunos porcentajes de los mismos castellanos y odio feroz en mayores porcentajes aún de los desinformados y manipulados desde arriba restantes españoles.

El caso de Santander tiene que ver con este fenómeno del provincialismo y provincianismo, específicos de Castilla, y con el poco valor actual –hasta el XIX o principios del XX- no fue así que se da en toda Castilla al concepto “Castilla”.

En Santander, tras las elecciones de junio de 1977, UCD y PSOE se configuraron como los partidos predominantes en la provincia.

UCD no tenía una postura clara sobre la situación autonómica de Santander, había miembros del partido que pensaban a favor de un Santander que se mantuviera dentro de la autonomía de Castilla y otros que daban viabilidad a una provincia sola y autónoma.

Y se abrió paso la idea de acudir a las reuniones de los parlamentarios de Castilla y León, dejando abierta la puerta de la pertenencia de Santander a esta región y a la vez estar atentos a lo que sucediese en su propia circunscripción.

El 12 de septiembre de 1977, el diputado santanderino por UCD, Francisco Lainz Gallo, presidente de la empresa editora de “El Diario Montañés”, acudió a la Junta de Parlamentarios de Castilla y León celebrada en León en representación de la Provincia de Santander.

Francisco Lainz fue también fundador de la “Asociación de Cantabria en Castilla” (ACECA), contraria a la autonomía aislada de la provincia de Santander.

Según su visión como empresario, permanecer unidos a una región más fuerte haría que la provincia de Santander tuviese más poder de negociación con el gobierno central, conservando además los privilegios de ser la salida al mar de una región más grande, el mar de Castilla, como se denominaba a la provincia.

Entre los partidos de la izquierda hubo una postura unánime a favor de la autonomía uniprovincial por las razones de poco afecto por Castilla predominante en estas formaciones.

Cuanto peor para Castilla, mejor para ellos, es una ideología que estos partidos comparten con los nacionalistas excluyentes de España… Convendría que se graduaran la vista sobre lo que ha ocurrido en España durante los últimos siglos.

Pero quien decidía entre la izquierda era el PSOE, y en el PSOE su posición era más bien ambigua y tibia dependiendo del momento y de la inspiración de su secretario general en la provincia, Jaime Blanco García, y de los bandazos que quisieran dar sus dirigentes.

Pero por estas fechas de finales de 1977, Jaime Blanco, diputado del PSOE en Madrid, saltaría a la fama nacional, cuando apareció en una manifestación en Santander, a favor de la autonomía uniprovincial, en la que fue –al parecer sin saber quién era- golpeado por la policía.

El PSOE, que desde luego siempre, pero también en aquellos años, es y era en lo territorial, según venimos diciendo y ahora nos entretendremos algo más en explicar, la sucursal en el resto de España del Partido de los Socialistas de Cataluña (sí, ese que pone en su logotipo una C de doble grosor que las dos primeras letras), puesto que manda en estas cuestiones en el PSOE, estaba variando su postura.

PSOE y PSC (Partido Sindicado con Convergencia para obtener ventajas para Cataluña, venían a querer decir sus siglas en aquella época), creado en 1978, son dos partidos distintos. El segundo puede influir en el primero, el primero en cambio no puede hacerlo en el segundo. El sueño de todo socialista o no socialista catalán: influir en Madrid, sin que Madrid tenga poder en Cataluña.

En realidad el PSC ya es, por sí mismo, dos partidos: el catalanista (que se define como nacionalista moderado, de esta corriente surgen los líderes del partido de la C enorme) y el españolista, a la que pertenecen la mayoría de sus votantes, pero que deben plegarse a la corriente anterior, si quieren ascender dentro del Partido Socialista Creado por los nacionalistas catalanes para poder jugar con varias barajas.

Ya en aquellos años, el PSC disponía de otra bicoca, la posibilidad de que el voto emigrante castellano que arrastran los candidatos del PSOE en Barcelona (Felipe González nada menos) quedase en manos, a la hora de la verdad, de los socialistas catalanes, enteramente enlazados cuando no emparentados familiarmente con los nacionalistas catalanes. Todo queda en casa de los nacionalistas: sus votos y los de la inmigración.

Debe ser tenido en cuenta este carácter dependiente en materia autonómica del PSOE respecto al fuerte y bien financiado PSC (en donde se afilió –tras acuerdo conjunto previo, casi a sorteo- una parte del nacionalismo catalán, para introducir en el socialismo las consignas comunes de nacionalistas), mientras la otra parte de la gente bien barcelonesa de la época seguía a Jordi Pujol. Es caso conocido y estudiado, aunque no cabe en este capítulo.

El resumen de la estrategia es éste, para ganar siempre: los pujolistas, con Pujol, mientras que la emigración castellanoparlante en Cataluña (los perjudicados del franquismo) sí, es cierto, votaba a Felipe González, pero el PSC usaba sus votos en provecho del catalanismo (en donde se seguían haciendo las víctimas quienes habían sustentado y se habían beneficiado del Régimen de Franco y luego del sistema pujolista –apoyado desde fuera por el PSC-PSOE- y por la UCD o el PP si era la derecha nacional quien necesitaba los votos del catalanismo-).

De forma que por presiones del PSC y presiones del nacionalismo de derechas catalán y vasco, el PSOE acabó adoptando la postura de romper Castilla y sacar a la provincia cuna de Castilla del resto de la región por esas tierras de Santander creada.

El 13 de junio de 1978 se publica en el BOE el Real Decreto por el que se aprueba el Régimen Preautonómico para Castilla y León, en el que aparecen como dos provincias más de la región preautonómica las provincias de Santander y Logroño.

Casona de Antonio Ibáñez de la Riva Herrera en Agüero ( Marina de Cudeyo ), presidente del Consejo de Castilla

Pero tras las elecciones generales y municipales del 1 de marzo de 1979, algo debió moverse en las necesidades de pactos de los partidos nacionales, porque el pleno extraordinario de la Diputación Provincial de Santander del 21 de junio de 1979, acordó por unanimidad solicitar al Gobierno español la autonomía para Cantabria por el artículo 143 de la Constitución Española.

El Estatuto de Autonomía para Cantabria se publicó en el BOE el 11 de enero de 1982. No entró en vigor hasta el 1 de febrero de ese año, pasando la Provincia de Santander a llamarse automáticamente “Cantabria”.

150 años dentro de Castilla la Vieja, creando un castellanismo muy valioso durante ese tiempo, equiparable o más a los de Burgos o Valladolid. Desde el siglo VIII creando primero Castilla en sus tierras y la Marina de Castilla en sus puertos.

A ver si “Cantabria” aislada de Castilla, dura tanto como La Montaña y La Costa de Castilla han estado dentro de Castilla e incluso de Castilla la Vieja… Ya he dicho que le quedan muchísimas décadas o muchos siglos –según se cuente- para acercarse siquiera a uno u otro periodo.

¿Mi deseo? Que antes del primer plazo se firme un acuerdo de colaboración entre la Montaña por antonomasia de Castilla y el resto de las montañas y no montañas de Castilla. La causa debe volver a encontrarse con su consecuencia; la consecuencia, con su causa.

Auto-dedicatoria orgullosa de Antonio Ibáñez de la Riva Herrera…, presidente de Castilla

Con dinero de los primigenios castellanos procurando menteca(p)tar a los castellanos primigenios

1982, PUES, “RECUPERABA” OFICIALMENTE y de manera directa –sin siglos modificantes intermedios- la Prehistoria… aunque ello no sea posible, naturalmente, en la realidad de las cosas.

En el canje ha de haber truco –y lo hay- y trampa institucional –y hay muchas- que procuran atolondrar a los contemporáneos súbditos para hacerles trogloditas del entendimiento.

No obstante, el Estatuto de Cantabria, en su título VI, contemplaba la posibilidad de la incorporación de la nueva autonomía a una Comunidad Autónoma limítrofe con la que cuente “lazos históricos y culturales comunes”, expresión por la que hay que entender Castilla y León, ya que las voces que pedían que la provincia de Santander continuase unida con su región tradicional de Castilla la Vieja no se habían extinguido.

Posteriormente, pasados los años y consolidado presupuestariamente, y muy bien financiado y escanciado el “cantabrismo” de cartón piedra por todos los niveles y organismos -con la compra de voluntades, medros, ascensos, homenajes y agasajos que fuesen necesarios a quienes abrazasen la nueva fe- se cerró dicha puerta abierta a la integración en una entidad mayor, y esa opción fue eliminada del Estatuto.

Claro que lo que se cierra, puede abrirse en cualquier momento; sobre todo para dar entrada a la verdad, a la historia, a la identidad cultural de esas tierras y a su conveniencia –y muy clara- económica.

Y he dicho “cantabrismo” de cartón piedra –del cual hay mucho oficialmente prefabricado y puesto en pie, si se visita la histórica provincia de Santander-, porque real no puede haberlo, naturalmente.

¡Lagarto, lagarto, cómo vamos a ser simplemente una parte más de Castilla, si es Castilla la que constituye prolongación de nuestra tierra originaria, cuna misma castellana!

Las autoridades de la Castilla más norteña no lo expresaron así, aunque hubieran sido más rigurosos, si tal hubiera dicho; pero prefirieron optar por romper todo lazo y por el completo rechazo de la región en la que habían estado cómodos durante 150 años, y antes siendo la provincia de Burgos.

Tampoco parece una decisión natural y espontánea, sin que se hubiera producido ningún acontecimiento conflictivo que explicase una quiebra tan abrupta entre Castilla y su puerto tradicional.

Placa cerámica de la Puebla Vieja de Laredo

Lo cierto es las autoridades de la Castilla más norteña lograron oficializar dicha quiebra, e iniciar una virulenta campaña de descastellanización de aquellas tierras, con todo el potencial económico de una taifa recién estrenada sobre las mentes de los castellanos primigenios…

El Estado de las Autonomías en lo que se refiere a Castilla y el café para todos

Juan Pablo Mañueco

Extraído del libro «Castilla entre el XX y XXI, Historia y Memoria», de Juan Pablo Mañueco

A modo de resumen del Estado de las Autonomías en lo que se refiere a Castilla

LA ENTIDAD REGIONAL HISTÓRICA que se requería para alcanzar la autonomía venía y viene exigida por la propia Constitución de 1978, según el Capítulo III, “De las Comunidades autónomas”, del Título VIII, que en el Artículo 143, punto 1, expone:

En el ejercicio del derecho a la autonomía reconocido en el artículo 2 de la Constitución, las provincias limítrofes con características históricas, culturales y económicas comunes, los territorios insulares y las provincias con entidad regional histórica podrán acceder a su autogobierno y constituirse en Comunidades Autónomas con arreglo a lo previsto en este Título y en los respectivos Estatutos”.

“Entidad regional histórica” era el requisito para las provincias únicas que quisieran acceder a la autonomía uniprovincial. Todas las demás provincias de Castilla tenían más antigua “entidad regional histórica”, si las élites políticas hubieran decidido llevarlas a la autonomía uniprovincial.

Pero las dos provincias castellanas que menos, porque eran las provincias castellanas más recientes, Santander y Logroño, fueran a las que esas élites con mando decidieron llevar a la autonomía.

La cuestión de la “entidad regional histórica” fue uno de los temas de más encarnizado debate oral y escrito en la provincia de Santander.

Para los partidarios de que la provincia de Santander, matriz de Castilla, continuara unida a las otras provincias castellanas era evidente que Santander y provincia carecían de “entidad regional histórica” por sí misma, y, en cambio, sí poseía mucha entidad regional histórica pero dentro de Castilla.

Y lo mismo y en semejantes términos ocurrió en Logroño.

Sin embargo… el poder político no cumple ni sus propias leyes o Constituciones, si el poder no quiere.

Es ley no escrita más antigua y más cierta que las leyes que sí se escriben, pero que siempre encuentran trampas para ser vadeadas, si a quienes mandan políticamente les conviene franquearlas.

El café para todos quería decir que todos los españoles tomarían café (lo cual es equitativo), pero los castellanos más achicoria que café y en asientos separados.

PODRÍAMOS HABLAR DE LAS distintas calidades del café servido en el llamado Estado de la Autonomías, pero por ahora quiero seguir centrándome solamente en el motivo por el que a un grupo de los parroquianos del cafetín constitucional, los castellanos, se les dijo que tenían que situarse en asientos separados.

Lo cierto es que a Castilla querían preservarla, más o menos unida, partidos del arco político conservador, sin entrar en mayores precisiones, y que sentían más bien rechazo por ella partidos del arco político de izquierdas, asimismo sin entrar en más detalles.

Y en cuanto a la UCD y el PSOE, que fueron en definitiva quienes decidieron al respecto sobre Castilla, como los predominantes en aquellos años, ¿qué postura adoptaron?

En principio, ambigua, que debe de ser lo propio de los partidos “de Estado”, probablemente. La ambigüedad calculada y a ver por dónde sale el tiro para después salir corriendo para cazar la pieza y apuntarse el éxito.

Sin embargo, como tanto a UCD como a PSOE les hacían falta alcanzar mayorías parlamentarias suficientes, para concretar algunos puntos de sus programas, esto es, como a ambas formaciones les hacían falta los votos de los nacionalistas, ambos partidos fueron delimitando sus posturas hacia lo que fue, hacia lo que hoy conocemos…

Posiblemente, Castilla fue uno de los mercadeos en esas mayorías parlamentarias que se necesitaban.

El PNV (Partido Negociador de Ventajas) sabe vender muy caros sus votos a un lado y a otro del arco parlamentario que los necesite para completar mayorías. Y cobra muy caro cada apoyo.

Inclusive hace caer y subir Gobiernos. En 2018, en el plazo de una semana sostuvo el Gobierno Rajoy apoyándole en sus Presupuestos Generales del Estado, y pocos días después le seguía apoyando por la mañana y a la hora de comer le avisó que le iba a hacer caer por la tarde, como efectivamente lo dejó caer –no le habría concedido lo que durante la comida le pidiera- para alzar a un nuevo inquilino de la Moncloa, se ve que más propenso a pagar con nuevas concesiones a la derecha vasca de… lo que quisiera.

España no le interesa, sino debilitarla y sangrarla mientras haya qué desangrar… Debilitar Castilla es parte de su ADN, y además, debilitando más que a nadie a Castilla crece su zona de influencia… Luego, se entiende fácilmente.

CiU (Conseguidores i Unilaterales) lo mismo. Otros mercaderes del voto en el Parlamento a cambio de conseguir unilateralmente prebendas para ellos solos. Tal ha sucedido desde su aparición en el mapa del mercadeo de votos, a cambio de privilegios e inversiones especiales. Sus continuadores nominales han seguido sus mismos pasos.

Otros a los que no interesaba una Castilla fuerte que pudiera interesarse por ejemplo por la suerte de sus emigrantes en Cataluña: los unilaterales sólo se reconocen derechos a sí mismos. Los emigrantes castellanos no tienen derechos lingüísticos. Mejor que no hubiese una autonomía fuerte castellana que pudiera velar por sus conciudadanos que habían sido absorbidos por la emigración a tierras ajenas.

Los nacionalistas exigieron su cabeza (PNV y CiU, y otros quizá en negociaciones más secretas), y los dos partidos nacionales aceptaron finalmente entregarles la cabeza de Castilla, en bandeja de apoyo a sus mociones parlamentarias.

La Constitución de 1978 que había que sacar adelante con los votos que hicieran falta, las leyes que requerían mayorías cualificadas, los pactos de Gobierno que querían sostenerse en España o en los ayuntamientos…

Todos fueron excelentes momentos para que los nacionalistas excluyentes obtuvieran sus provechos y sus ventajas.

¿Fue el futuro de Castilla pactado en las conversaciones entre la UCD, el PSOE-PSC y los catalanistas directos (esto es, los que no iban con el antifaz de “PSC”) para consensuar la Constitución Española de 1978, donde resultaban imprescindibles?

¿Intervinieron en el futuro de Castilla los nacionalistas vascos, a cambio de su apoyo a leyes parlamentarias concretas, momento en que siempre –ayer y hoy- ha habido que pagarles sustanciosamente, o bien con dinero o bien con los frutos que reclamasen, de forma pública o de forma privada?

No lo sé, y además sobre esas cosas siempre hay versiones contradictorias y algunas de ellas siempre se niegan.

Territorios excelentes y supremos y la simple chusma o morralla

SÍ PUEDE AFIRMARSE QUE fueron las exigencias de nacionalistas excluyentes catalanes y vascos a un inmediato reconocimiento de sus instituciones, las que llevaron a UCD a plegarse a ellas y a concederles primacías, y consideraciones de “históricas”, etc.

Los “dos huevos duros de más”, que siempre exigen los nacionalistas excluyentes en su menú, para no mezclarse en el comedor con la chusma corriente.

Y como a los centristas debió de parecerles inmoral –lo hubiera sido- que sólo esos dos territorios obtuvieran autonomía, es probable que pidieron permiso a sus interlocutores –y jefes en materias autonómicas- para ver si podían generalizar las autonomías por toda España.

La respuesta catalana y vasca hubo de ser que sí, que le daban permiso al Gobierno español –obviamente no podía explicarse bien lo de la exclusividad- para crear un Estado de las Autonomías, pero siempre que ellos fueran más que lo demás, que es de lo que trata siempre el nacionalismo excluyente.

Las “nacionalidades y regiones”, conceptos que ya discriminan, desnivelan, desequilibran y desigualan desde el principio, fue la exigencia de los nacionalistas excluyentes para que la turba, tropa, vulgo o morralla restante de España pudiera llegar a ser autónoma, pero no con la categoría de los territorios excelentes o supremos, que debían seguir siendo ellos.

Achicoria parcelada

EL CAFÉ PARA TODOS pero con “nacionalidades y regiones” fue el resultado de este choque subterráneo de placas tectónicas –las de siempre, las mismas que con Franco y antes de él- que se estaban recomponiendo durante la Transición, para que todo quedase territorialmente igual: privilegios para unos, displicencia y menosprecio para otros.

Es la misma Triespaña que gobierna España en su provecho desde el XIX y que mantenía las diferencias de clase en favor de dos de las tres zonas de España más beneficiadas ya durante el franquismo y también durante su siglo anterior.

Durante los últimos años setenta y primeros ochenta del siglo XX una de las cuestiones más controvertidas, en prensa y otros foros, fue la de saber en cuántos asientos finales iban a ser arrellanados los castellanos para tomar la achicoria autonómica que les correspondiese, siempre muy menoscabada, de esto podían estar seguros quienes la autorizaban.

Lo que ya se veía es que Castilla unida, entera, como reclamaban las primeras manifestaciones de Villalar y los partidos castellanistas –numerosos pero con pocos medios económicos- de la Transición, más muchas voces de intelectuales de aquellos años con Sánchez-Albornoz a la cabeza, no iba a haberla.

Habría varias Castillas, parceladas y muy disminuidas, porque así lo estaban decidiendo UCD y PSOE-PSC, por propia voluntad suya –nadie se equivoca tanto por propia voluntad- o más bien bajo presiones de otras formaciones que les impeliesen para a esa incomprensión y desdén hacia lo castellano.

Pero los dos citados partidos nacionales son también culpables: lo aceptaron.

La Leyenda Negra del XIX contra Castilla y sus consecuencias pasadas y vigentes

Juan Pablo Mañueco

Extraído del libro «Castilla entre el XX y XXI, Historia y Memoria», de Juan Pablo Mañueco

Acumulación de hachas contra Castilla y el hacha del odio desde todas las ideologías y geografías, eso hizo que aparecieran las cinco taifas castellanas

Y HABÍA UN HACHA más, si no hubiere concitadas y agrupadas ya bastantes en hermandad de intenciones, todavía más afilada e hiriente contra la dama devastada por la política y la calumnia desde hace varios siglos.

El odio.

El hacha del odio sembrado contra Castilla, desde los ámbitos de poder propios y ajenos, desde tiempo inmemorial, abundantemente regados con presupuesto público casi ilimitado, tanto el odio exterior como el interno o autoodio.

Este odio contra Castilla, en parte y en determinados ambientes, es una expresión del odio contra España en esos ámbitos geográficos e ideológicos.

Pero el odio contra Castilla es más intenso, porque resulta que quienes aman mucho a España, desde el otro sector mental e ideológico, en cualquier geografía, también rechazan a Castilla…

Y diré que la “rechazan”, suavemente expresado, porque Castilla les descuadra una idea delicuescente, etérea de España que se han formado. Sin raíz y sin convergencias desde diferentes manantiales.

Aunque, en realidad, este sector ideológico también llega al “odio” contra Castilla si ésta se pone personalista, propia y afirma la verdad de su existencia y de su historia propia.

No afirmar que se habla “español” –Castilla, la tierra sin idioma propio, al parecer, cuando hasta las más parvas hablas españolas, incluso comarcanas, se autocalifican de idiomas- ocasiona incomodidades e incluso enfrenamientos con quienes habitan en esta atmósfera mental.

Y afirmar que quien descubrió América (y todos los restantes continentes, océanos y mares descubribles) fue la Corona de Castilla y sólo a través de ella España… genera el pasmo del 95 % del auditorio, y en algunos caso el estupor puede dar paso a la animadversión, al rencor y a la rabia contra quien se atrevió a decir lo evidente.

Nao Santa María, descubridora de América, con el estandarte de la Corona de Castilla en su palo mayor

Sí, el odio contra Castilla, muy extendido, muy fuerte… entre las ideologías de izquierda, de derecha y del nacionalismo periférico.

Todas estas hachas también se concitaron para que en la década de los 80 del siglo XX Castilla fuese hecha saltar en cinco taifas castellanas, que destruían y evaporaban a la común Castilla, según la planificación que alguien trazó y luego llevó a la práctica.

Castilla” más odiada que “España”, porque también la odian quienes aman mucho a España y los partidos que se sustentan en ese concepto: a ellos, “Castilla” les descuadra

ESTA ES LA SUPREMA paradoja que explica la desaparición de Castilla en los años 80 del siglo XX y la perpetuación de su ausencia hasta nuestros días. “Castilla” es el concepto más odiado en esta península. Más incluso que el concepto de “España”, que es odiado en determinados lugares y por determinadas ideologías.

Castilla además de concitar esos mismos odios que acabo de mencionar, suscita también el odio de quienes aman mucho a España, de las ideologías y partidos que se sustentan en ese amor o simplemente de quienes se sienten españoles, porque a ellos el concepto “Castilla”… les descuadra.

Habría que explicarles a los partidarios del españolismo sin partes que integren a España que eso es un error. A la España sin partes (salvo alguna manifestación folklórica) del Régimen de Franco (es decir también sin Castilla, cuya esencia se absorbía declamatoriamente por el Régimen, mientras se la estrujaba y vaciaba en la realidad) siguió las partes sin apenas España, pero entre esas partes… no se admitió a Castilla.

Ni izquierda ni derecha aceptaron tampoco a Castilla como una de esas partes de España, por lo que la situación castellana no mejoró respecto a los años anteriores.

La izquierda, mayoritariamente, con satisfacción al ver extinta a Castilla, e ignorando al castellanismo, como cuestión desfasada, cuya extinción aplaudían. La derecha, por lo general, intentando disuadir al castellanismo residual, persuadiéndole de que Castilla sólo podría retornar a ser grande después de conseguir una España grande.

No lo había sido, durante la “grandeza” del Régimen anterior, sino la principal carne picada y triturada para que se alimentara con su gente y sus despojos el resto beneficiado y favorecido del Estado.

Pero además habría que decirles a quienes sustentan la anterior idea que la realidad es exactamente la contraria: sólo una Castilla grande puede constituir una España grande, en conjunción con las restantes partes de España.

Mientras un tercio de España, que es la extensión superficial de Castilla, sea un pellejo desprovisto de tuétano y contenido, ¿qué grandeza de España cree nadie que puede conseguirse?

He dicho un tercio por referirme sólo a Castilla, pero la España vaciada, concienzudamente vaciada por unas políticas erradas, dañinas y crueles contra tanta España como es la España despoblada y deshabitada artificialmente, comprende casi toda España.

Toda la España no engordada políticamente durante el XIX y superdesarrollada y superpoblada durante los años centrales del siglo XX, los años del franquismo, que en esto fue continuador exacto de la política económica que venía ejerciendo Triespaña (Madrid, Barcelona y Bilbao) contra el resto de España.

Sin Castilla fuerte, no hay España fuerte posible, probablemente tampoco hay España, pero desde luego no hay España ininterrumpidamente habitada

CON UNA CASTILLA VACIADA y con una España vaciada no puede haber Castilla ni España fuerte. La Castilla y la España vaciada es el principal problema territorial de España, a pesar de que sea el problema territorial del que menos se hable en el Parlamento de España.

Mapa de las zonas de España en las que la densidad de población es más baja (rojo, por debajo de 8 habitantes por km2; naranja, por debajo de 12,5 habitantes por km2). Autor: Pilar Burillo, estudio SESPAS.

Del problema de Castilla, sacada de sí y saqueada de todo, no se habla jamás -ni se ha hablado nunca- en dicho lugar, evidente y tristemente.

La verdad sobre Castilla tampoco se explica en las escuelas, ni aparece en los medios de comunicación… Pero sí circula y continúa circulando, imparable, la Leyenda Negra contra Castilla.

No me refiero sólo a la Leyenda contra España (que esa también circula y afecta igualmente a Castilla), sino a la específica Leyenda contra Castilla, de la que el reduccionismo de su paisaje es uno de sus componentes.

La Leyenda Negra anticastellana es distinta, más reciente y creada y difundida desde el interior de España y no desde enemigos exteriores como ocurre con la Leyenda Negra española.

El resultado de todas estas hachas –y la indefensión política, mediática, económica… de Castilla- fue la decapitación de la bella dama.

Tal cosa decidieron las élites políticas, por las razones que fueran, la decapitación primero y, acto seguido, la desmembración de Castilla.

Las élites políticas… porque a ninguna provincia castellana jamás se le concedió el derecho a decidir en un referéndum sobre la autonomía que quería para su tierra.

La decapitación de Castilla, en este caso literal. Santander –La Montaña y la Costa castellanas-, descabezada de Castilla

Juan Pablo Mañueco

Extraído del libro «Castilla entre el XX y XXI, Historia y Memoria», de Juan Pablo Mañueco

Imagen de la entrada, Francisco Javier Sánchez: Bahía de Santander

LOS MÁS FAMOSOS DESCABEZAMIENTOS y las más logradas decapitaciones que recoge la Historia de Castilla no son los de Padilla, Bravo y Maldonado por parte de Carlos V y los de todos los comuneros que pudo después, salvo que fuesen de familia importante y adepta: el libre arbitrio del poder, en todo tiempo.

No. Cabía hacerlo más cruel y, de hecho, se ha progresado mucho en ese propósito, desde entonces hasta acá, siglo a siglo, hasta lograr el soñado objetivo de dañar a todos quienes defendieran a Castilla.

Y aún se podía rizar el rizo, perfectamente, y eso es lo que se consiguió en la década de los 80 del siglo XX: decapitar a la propia Castilla.

Sello concejil de Santander en el siglo XIII

Desmochar, truncar y despuntar la punta misma castellana, a fin de que con su escamonda, tala y escamujo se obrase el efecto de limpia que se pretendía, erradicando e higienizando el mal que esta tierra siempre ha representado para el conjunto de España, como se sabe.

Y si no ha representado nada de todo eso, sino precisamente lo contrario (el nutriente del que se han alimentado en varia forma todas las regiones que la circundan) pues se reafirma el pensamiento del párrafo precedente, que lleva fomentándose falsariamente desde el XIX, y así se horadan un poco más sus cimientos.

En efecto, podía efectuarse lesivamente una cortadura más extensa que afectara a la cabeza de Castilla, para dañarla bien perniciosa y terminantemente: decapitar su origen. Mochar la torre más alta y primera del castillo: la Montaña y la Costa de Castilla.

Se reunieron para efectuar ese corte diversas hachas…

A/ La financiación económica de grupos económicos interesados en descastellanizar Santander, ya citados anteriormente, para formar un “protectorado” o “dominio” de la potente Vasconia, más el apoyo político desde dentro del Parlamento español por parte de aquellos grupos políticos con escaños a quienes también conviniere que Castilla fuese desmochada.

B/ Las mentiras sembradas en la opinión de la gentes de la provincia de Santander sobre la posibilidad de conseguir un concierto económico si se separaban de Castilla, similar al muy ventajoso del que gozan provincias limítrofes…

Concierto y cupo que efectivamente tiene mucho que ver con el superdesarrollo alcanzado por ellas, que de otra forma no hubiera sido tan descarado y dispar con respecto a la provincia castellana.

C/ Los bulos de asegurar que, con la autonomía uniprovincial, la breve provincia –sin población suficiente para llegar al mínimo de un millón de habitantes que un informe publicado en la época, el “Informe García de Enterría”, recomendaba como mínimo para tener un suelo autonómico estable– iba a lanzarse hacia lo supersónico en lo económico…

Más bien era sensata la tesis de los procastellanos de Santander: como cabeza y puerto natural de una extensa región unida a ella se tendría más fuerza, vigor y futuro económico y más peso conjunto en España

D/ El hacha del presupuesto público derrochado en fomentar, desde cualquier espacio de poder que tuviesen en su mano los bien untados “cantabristas” -primero municipal y luego regional- deportes, músicas, prehistorias, mitologías y simbologías adulteradas por toda la neo-región, aunque fueran tan castellanos como los del resto de Castilla o directamente inventados.

Todo ello se impulsó primero y se impuso después a los ámbitos escolares y académicos, en todos y cada uno de sus niveles.

E/ El hacha de la imagen falsificada de la Castilla sólo parda, monócroma, paramera… (Maeztu lo impuso, venía de unas décadas antes…), y que uno de los más conspicuos y folklóricos (aunque dicharachero y simpático, hay que reconocérselo) promotores del cantabrismo no ha dejado de agitar desde entonces.

Precisamente, en la época del 98, Castilla la Vieja, es decir, Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia y Ávila conformaban la región más montañosa de España (Sistemas Cantábrico, Ibérico y Central) y la más extensamente arbolada del territorio nacional.

Bosques en la Tierra de Pinares ( Burgos y Soria )

Pero además dicha imagen falsa incurría en un error de principio: confundir un paisaje –que es geografía- con una región histórica y política, con un Reino o Estado. En éste caben muchos de aquéllos.

Navarra montaraz del Pirineo, zona media de Pamplona, llana de la Ribera y desértica de las Bardenas Reales. Todo ello en una región no muy extensa. Pero no es razón suficiente para quebrar Navarra, en efecto.

Lo mismo podría decirse de todas las demás regiones o provincias españolas con diferencias importantes en su territorio. Inclusive si el paisaje fuera la base de la región política, ¿por qué mantener unidas la costa y la montaña santanderina?

Ahora bien, contra Castilla vale toda la artillería que se le dispare a bocajarro.

Porque para dispar y discrepante en su paisaje… incluso la innatural provincia de Santander, si nos ponemos a observar sus contrastes.

¿Deben separarse la Costa santanderina de la Montaña, por ser diferentes sus paisajes? ¿No? Pues la misma respuesta vale para Castilla.

Carpetania mítica y turística, 25.000 años de historia

Juan Pablo Mañueco

Extraído del libro «Castilla entre el XX y XXI, Historia y Memoria», de Juan Pablo Mañueco

Imagen de la entrada: mapa de los pueblos prerromanos de Castilla la Nueva

Carpetania mítica y turística, 25.000 años de historia, de arte y de grabado, cuna de la vida familiar y del humanismo

CARPETANIA, 25.000 AÑOS DE historia, de arte, de grabado y de vida hogareña”. Esto sí empezaría a ser ya antigüedad y distingo, protohistoria, escalafón y solera. Y además Guadalajara podría hacerse arte y cuna del humanismo de todos los tiempos, si las autoridades alcarreñas decidieran distraer tanto erario público como han desviado las santanderinas hacia sus delirios.

¿Por qué? Porque aparte de animales, en la Cueva de los Casares y otras del contorno, se representan ya escenas humanas familiares como el embarazo, el parto y la vida familiar.

La verdad, sería una buena forma de atraer turistas hacia la Alcarria. Mejor que un libro de viajes muy promocionado, a pesar de que pone a sus habitantes a caer de un burro, se ríe de ellos sin parar, y les trata de paletos y de rústicos.

El cual libelo, cuyo nombre no pienso citar, no para de ser promocionado sin embargo por las autoridades de la provincia, que probablemente ni siquiera se lo han leído y desde luego no han entendido nada de lo que dice en ese no muy brillante libro su autor, genio sí, pero por otros escritos, no por ese promovido y fomentado libro de mérito literario más bien menesteroso, tacaño, escaso y exiguo.

Carpetania, cuna del Humanismo”, primer vagido de la vida familiar… Sí, podría ser una buena forma de promocionar Guadalajara, siempre que se cerrara los ojos a los mismos insolubles problemas que afectan a quien identifique la provincia de Santander o la actual comunidad de Cantabria con la vieja y prerromana tierra homónima…

Ni en uno ni en otro caso coinciden los territorios, ni ninguna característica étnica o religiosa entre los carpetanos y los alcarreños, entre los cántabros y los actuales habitantes de las tierras al norte de la provincia de Burgos.

Es una decepción –o no, porque pertenecer a la tierra con más Historia del planeta tampoco está mal-, pero queridos carpetanos de Guadalajara, queridos montañeses y costeños de Santander, no sois aquéllos.

Lamento desengañaros. Pero no sois aquellos carpetanos ni aquellos cántabros, sino algo mejor y más evolucionado.

Cueva de los Casares en Riba de Saelices (Guadalajara). La figura humana por primera vez grabada hace 25.000 años.

Desde luego, lo que acabo de escribir sobre «Carpetania» es irónico, aunque contenga realidades. Sirve para que se vea lo absurdo que es decir eso mismo sobre «Cantabria», igualmente sin sentido pero con el presupuesto público de una taifa regional que sostiene idéntica patraña.

Lo cual no creo que sea constitutivo de “malversación”, pues parece palabra muy fuerte, pero sí de dilapidación y derroche del presupuesto de todos, para beneficio de los jerarcas que se han montado sobre ese engaño, esa trampa y ese timo intelectual a sus convecinos.

Arévacos y lusones sí son pueblos con su propia historia en su propio alfabeto, cosa que los cántabros prerromanos, no. Y además el idioma lusón puede cultivarse literariamente, por ejemplo, por mí, o por cualquiera que quiera que en Guadalajara tengamos dos lenguas propias y cultas o cultivadas

ES EL MISMO DELIRIO que si los sorianos se reclamaran herederos directos de los arévacos de Numancia, y pidieran la recuperación de su discutido y mudable territorio, y su independencia o autonomía política, basándose en aquel pueblo.

Como si los arévacos prerromanos gozasen de “señas” redivivas, resucitadas del paso destructor de las legiones romanas y de los siglos devastadores, para todos aquellos pueblos.

O si los habitantes de la región de Luzaga, en el actual oriente de la provincia de Guadalajara, decidieran reclamar las señas de identidad de los viejos “lusones”, emparentados con los numantinos, y que también como ellos prefirieron morir antes que caer en poder de las tropas de la República romana.

Con una diferencia, los lusones o los arévacos sí son pueblos escribientes. Es decir arévacos y lusones sí disponían de alfabeto y de escritura propia, por lo que ellos sí son ya pueblos “históricos”. No se fundamentan en Javier de Burgos, como antes hemos visto para la provincia de Santander y sus continuaciones.

Las formas étnicas o gastronómicas o de enterramiento no coinciden entre los antiguos lusones, arévacos o cántabros prerromanos y los actuales pobladores de sus tierras.

Pero históricos por sí mismos sí lo son los prerromanos que habitaron Soria y Guadalajara… No los cántabros prerromanos. Aquí va una pequeña clase de lengua y cultura lusona, para quien quiera –puenteando a Castilla- trasladarlos por el túnel del tiempo a las reivindicaciones autonómicas actuales.

La lengua celtibera lusona, aparte de histórica puesto que conservamos textos de ella sobre distintos soportes, es hoy mismo lengua culta y cultivada.

Véase el soneto siguiente, pergeñado por quien esto escribe, aunque naturalmente no está escrito en alfabeto lusón (por no ser el nuestro, no habría forma autonómica ni no autonómica de entenderlo), sino en alfabeto latino, que es –¡cosas de la Historia!- el mismo abecedario que hoy comparten Guadalajara, Soria y Santander.

SONETO DE LOS NÚMEROS EN CELTÍBERO LUSÓN

“Ban”, en ibero; en castellano es uno.

“Bi”, en ibero; en castellano es dos.

“Irur”, en ibero; es tres, dos y uno.

“Laur” ibero; cuatro, dos más dos.

“Borste”, ibero; cinco hoy los reúno.

“Sei”, ibero; media docena en pos.

“Sisbi”, ibero; seis más uno, yo acuno.

“Sorse”, ibero, ocho: dos, dos, dos y dos.

“Abar”, ibero; es nueve en castellano.

“Hamar”, ibero; diez sea al completo.

Y aquí tienes –iberas- doble mano.

Vas entrando, por tanto, en el secreto

del pueblo antiguo, añejo, prerromano.

Más no cabe al decir de este soneto.

En definitiva, si los habitantes de Soria y de Atienza (Guadalajara) dieran en tenerse por arévacos numantinos regionalizables autonómicamente por este motivo histórico (que no prehistórico, en su caso) y si la parte este de Guadalajara recalase en las señas de identidad de los viejos lusones (con ser muchas e históricas -no prehistóricas- las señales que podrían exhibir), ¿qué habrían alumbrado…?

Pues… un visaje, un desbarre, un desfase y un desajuste similar al que cometieron los partidarios de que la histórica “La Montaña” (de Castilla, por antonomasia, paradigma y excelencia) pasara a denominarse “Cantabria”…

¡No coinciden geográficamente! Como se ha indicado, aquella Cantabria correspondía más bien, otra vez, a las tierras de Santander, norte de Burgos y norte de Palencia, y la capital de aquella Cantabria prerromana -según cuentan- era Peña Amaya, donde se asentaba Amaya (la “ciudad madre”, la “capital”, en lengua indoeuropea).

Peña de Amaya ( Burgos )

¿Pero dónde está hoy Peña Amaya, guardando los restos de la vieja ciudad de Amaya…? Pues se sitúa… al oeste de la provincia de Burgos, para desesperación de los cantabristas de nuestro días, que podrían retornar con sentido de propiedad a la vieja Amaya sí, pero siempre y cuando primero se reintegraran a la igualmente muy añeja… ¡provincia de Burgos!

Y desde luego los bisontes de Altamira ni son “cántabros” de hoy, ni de ayer ni de nunca.

En realidad, los bisontes de Altamira ni siquiera son españoles: son de su valle, que es lo que conocían los humanos de hace 15.000 años que los pintaron, y algunos valles contiguos más, sin saber que miles de años después iban a ser utilizados para las más variopintas politizaciones, fabulosas e irreales…

La provincia de Santander dentro de Castilla la Vieja: 150 años

Juan Pablo Mañueco

Extraído del libro «Castilla entre el XX y XXI, Historia y Memoria», de Juan Pablo Mañueco

Imagen de la entrada, fotografía de Francisco Javier Sánchez: vista de las marismas desde el Barrio de Ancillo, Argoños

150 años de tranquila existencia de la provincia de Santander dentro de Castilla la Vieja y generando mucho castellanismo

CONVIENE RECORDAR ESTE ORIGEN burgalés –y toresano/palentino- de la provincia de Santander y este periodo de ciento cincuenta años -¡son años!- de tranquila estancia de la provincia de Santander en Castilla la Vieja (desde 1833 a 1982), además de todos los siglos previos desde el nacimiento mismo de Castilla en la Bardulia marina y montañesa.

La artificiosa región de Cantabria no lleva tantos de existencia y le queda mucho tiempo hasta llegar a los 150 años que duró en Castilla la Vieja la provincia de Santander, más todos los siglos previos en que la Montaña y la Costa de Castilla fue primero origen y luego parte de Castilla.

Probablemente, antes del año 2132 –en que Cantabria se equipararía en duración a los 150 de la provincia de Santander dentro de Castilla la Vieja- habrá tenido que sellar algún acuerdo de colaboración vinculante.

O bien con Vascongadas, que siguen desbordándose hacia ella y, en realidad, absorbiéndola en toda su parte oriental, o bien con Castilla, esa Castilla a la que Montaña y la Costa castellanas dieron origen.

Mapa de los condados y subdivisiones dentro de Castilla entre 930 y 970

Pero en la época de la creación ex novo de la provincia de Santander (1833), el hecho era muy reciente todavía para un castellanista ilustre de la época, Marcelino Menéndez Pelayo (1856-1912), tan reciente que había tenido lugar en vida de su padre, Marcelino Menéndez Pintado (1823-1899).

Más de una vez hablarían los Menéndez no sólo del carácter castellanísimo de su Santander de mediados del siglo XIX, sino también del hecho de vivir, históricamente hablando, en una de las cuatro villas marineras de Castilla a las que Alfonso VIII había concedido fuero y privilegios comerciales propios, sentando las bases de su progreso respecto a las del entorno.

O de la extensión del Condado de Castilla, a mediados del siglo X, en donde no faltaban las Asturias de Santillana del Mar, ni la comarca de Campoo, ni la marítima Trasmiera. O acaso ambos Marcelinos hablaran de la España del siglo XI, donde Santander seguía estando en su sitio.

Reinos y condados cristianos en la última etapa del Califato de Córdoba

O de la España de principios o finales del XVI, donde, obviamente, Santander continuaba muy ufana en la región (ya Estado o Corona) que las tierras costeñas y montañosas de Santander, Laredo, Castro, Santoña, San Vicente… Santillana, Torrelavega, Vega de Pas, Reinosa… había contribuido a formar.

Ciudades con voto en las Cortes de Castilla en el siglo XVI, junto con los territorios cuyos procuradores representaban, entintados en el mismo color.

Las tierras costeñas de Castilla en 1521, junto a la ciudades de la Corona de Castilla con voto en Cortes castellanas, cuyos procuradores representaban los intereses de todas las zonas entintadas en su mismo color.

El mapa superior nos muestra esas diecisiete ciudades y una villa (Madrid), con derecho a enviar sus procuradores a las Cortes de Castilla, a principios del siglo XVI.

Las cabeceras de distrito hablaban por los intereses de todo él. Conviene fijarse en los colores que reflejan la provincia correspondiente.

Véase Burgos (verde), llegando al mar.

Toro (ocre y discontinua), con poco espacio a su alrededor pero comprendiendo la actual provincia de Palencia y sur de Santander (comarca de Reinosa).

Valladolid (amarilla, discontinua), lindando con la actual provincia de Orense, por tierras de Sanabria y con territorio muy cercano a la ciudad de León.

Soria (crema) frontera con Navarra pero que también se adentra en la actual provincia de Guadalajara, en la Transierra castellana, hasta alcanzar el río Tajo,

Ávila y Segovia que bajan hasta más al sur de la villa de Madrid.

Guadalajara (rosa), que ocupa bastantes zonas al norte de la actual provincia de Madrid.

Toledo (azul) que contiene tantas comarcas del sur de Castilla la Nueva, hasta lindar con Córdoba y Jaén…

Por su parte, en 1590, ya en tiempos de Felipe II, las cosas continuaban en su sitio, obviamente.

Fue el capricho gubernativo quien trastocó las cosas en la repetida fecha de 1833, alumbrando, desde un despacho de Madrid en la Corte de Isabel II, la primera provincia de Santander, a costa de la de Burgos.

Un intento no concretado de crear la “Provincia de Cantabria” (incluida en Castilla, eso sí) a finales del XVIII no funcionó más que en el nombre y en un territorio que no coincide con el actual.

Pero no consiguió ver aprobadas sus ordenanzas y precisamente encontró la oposición radical de Santander a dicha presunta provincia, por la competencia existente entre Laredo y Santander.

Historia de un terricidio y de un maricidio: Castilla fuera de su mar

VEAMOS ALGUNAS ETAPAS DESDE que Castilla nace desde el mar hacia los altos pasos montañosos cuyos desfiladeros debe sellar con pequeños castros –castillos-, que protejan ambos espacios, el montaraz y el costeño, a lo largo del siglo VIII, hasta que la élite política de los años 80 del siglo XX decidió desde arriba, verticalistamente, por pura supremacía y mando sobre la gente la expulsión y el destierro de Castilla de su lugar natal.

El “Bastón de Laredo” la agrupación de las villas y puertos de la costa castellana, desde Vizcaya a Asturias

EN LA DISPUTA SECULAR entre Santander y Laredo por adquirir predominio en la costa castellana, era precisamente Laredo, el bastón de Castilla y cabeza de las cuatro villas marineras y forales de Castilla, quien venía batiéndose con bastante éxito desde los tiempos en que el rey castellano Alfonso VIII –el de las Navas- otorgó a las “cuatro villas marineras de Castilla” sus respectivos fueros, entre los siglos XII y XIII.

Laredo, con fuero castellano desde 1200, que la distinguía como villa peculiar y exenta de algunos impuestos, se ha hallado muy estrechamente vinculado con Burgos, tradicionalmente, y había salido con mucha frecuencia victorioso en dicha pugna costera, con Santander, cuyo fuero como villa castellana data de 1187, otorgado por el mismo rey.

Bilbao/Vizcaya no tuvo fuero propio hasta 1300-1301, signado por el rey Fernando IV de Castilla, dicho sea de paso y como referencia temporal de la antigüedad de los fueros castellanos, aunque nos salgamos brevemente del tema de nuestra exposición.

Volviendo a lo que nos ocupa, hay que decir que, de hecho, en 1629, Laredo fue nombrado capital del Corregimiento de las Cuatro Villas de la Costa de la Mar, que agrupaba a todas las villas costeras del norte del reino de Castilla, lo que convirtió a Laredo en el concejo más importante y extenso del territorio.

De esta forma, Laredo fue sede permanente del corregidor real, que ejercía su autoridad en nombre del rey de Castilla, y se decantó como la villa que controlaba los privilegios concedidos por los reyes, así como el lugar de acuartelamiento de las tropas encargadas de defender este distrito.

Se consolidaba así, durante dos siglos, el territorio llamado “Bastón de Laredo”, como se denominó a todo el territorio costero y cercano a la costa castellana desde Vizcaya hasta Asturias.

Los escudos de Santander y Laredo son muy similares, sobresaliendo en ambos casos el detalle del barco que rompe las cadenas de la Torre del Oro sevillana y que tuvo tanto eco en los puertos norteños de Castilla, precisamente porque suponía la construcción y primera aparición victoriosa de la Marina de Guerra de Castilla, que desde entonces seria dueña de los mares y océanos durante cinco siglos, hasta la disolución de la Corona de Castilla, en el siglo XVIII.

El primer dominio marítimo mundial, sin rival alguno posible en su tiempo, fue el castellano o, por decirlo más exactamente, el de la Corona de Castilla, en el que las villas marineras del norte de Castilla ejercieron un papel determinante.

Heráldica costeña al alcance de quien quiera verla: se interpreta sola

ESTA SIMILITUD ENTRE LOS escudos de Santander y Laredo, que muestra su castellanía naval desde el siglo XIII, puede completarse aún más nítidamente si se observa, por ejemplo, el escudo de Santoña, que ya hemos reproducido, unas páginas más atrás, con el mismo motivo de la aparición de la Marina de Guerra de Castilla, en el borde de abajo, más otro espacio superior aún más significativo: el cuartelado de la Corona de Castilla.

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Por su parte, el escudo de Castro-Urdiales no es menos significativo, sino exactamente igual de clarificador.

Escudo de Castro-Urdiales.

La heráldica municipal de la ciudad de Santander, muy similar a la de Laredo, según se ha dicho, muestra a un barco castellano, mandado por el almirante burgalés Ramón Bonifaz, que acaba de romper la cadena de hierro que unía la Torre del Oro con Triana, a la entrada por el Guadalquivir a la ciudad de Sevilla.

Escudo de la ciudad de Santander, muy similar al de Laredo

Hacia esta ciudad de Sevilla se encamina ya el marino burgalés, gobernando la nave que el propio Bonifaz había supervisado en su construcción, siguiendo las órdenes del rey navegante, el zamorano de nacimiento –para que todos los puntos geográficos de Castilla se aúnen en el hecho- Fernando III el Santo.

Pasear por las localidades costeras de Cantabria resulta aun hoy sumamente aleccionador sobre su “entidad regional histórica” de esta tierra. Así como ver el número de calles o avenidas rotuladas con el nombre de “Marina de Castilla” o “Almirante Ramón Bonifaz” que en ellas pueden encontrarse. O plaza o calle de los Fueros… signados por el rey de esas tierras y puertos: el rey de Castilla, naturalmente.

Líquida y gaseosa provincia de Santander -con fecha de fabricación-, pero no sólida.

POR EL CONTRARIO LOS partidarios de detraer a la provincia de Santander del resto de Castilla, durante la Transición, negaban hasta la evidencia que tenían al alcance de sus ojos.

Y aunque las argumentaciones a favor de la permanencia de la provincia de Santander en “su” Castilla –porque incluso es más Castilla de Santander que Santander de Castilla- eran argumentos históricos, de presente y de futuro, quienes fomentaban la secesión preferían llamarlos argumentos “historicistas”.

Ellos, en cambio, los desmembradores del cuerpo castellano, a falta de argumentos ni históricos ni historicistas recurrirían a argumentos “prehistoricistas”, y ello sí les parecía legítimo: los cántabros prerromanos.

Semejante actitud no les parecía impostada, pese a que era precisamente eso: prehistoricismos fabulados en su mayor parte –en lo territorial y en cuanto sus contenidos- por imposibilidad de hallar fuentes escritas que confirmaran algo de lo que se deliraba.

Los cántabros prerromanos no sabían escribir y, por no tener no tenían alfabeto, por lo que no pudieron dejar testimonio escrito sobre sí mismos: trazar signos raros sobre una superficie plana no estaba entre su mundo mental, ni se les había ocurrido pensar para qué pudiera servir.

Y los textos escritos romanos sobre “Cantabria” resulta que no coinciden con la provincia de Santander, sino más bien –de nuevo- con lo que a lo largo del siglo VIII comenzó a rebautizarse como “Castilla”.

De hecho, a riesgo de ser algo cruel cabría decir que lo más “histórico” de la posición de los cantabristas de la Transición, o de los de nuestros días, es… el tantas veces citado granadino Francisco Javier de Burgos y del Olmo, secretario de Estado de Fomento, durante dos meses, entre octubre y diciembre de 1833.

Javier de Burgos, según su ordeno y mando, es la más sólida primera piedra histórica a la actual comunidad de Cantabria al crear la provincia de Santander, el 30 de noviembre del tantas veces citado año de 1833.

Lo anterior a esa fecha es Castilla, puro corazón de Castilla: Burgos, Palencia, Toro; y lo posterior también. Una provincia de Santander integrada en su región de Castilla la Vieja, participando de sus inquietudes y disfrutando apaciblemente de los territorios de las previas tierras burgalesas y palentino/toresanas que el prohombre granadino había tenido a bien asignarle.

Cantabrismos, carpetanismos, arevacismos, lusonismos: unos más históricos que otros, esa es la verdad. Todos más que el primero, aunque el primero a fuerza de propaganda ya se vaya aceptando por los desconocedores de la realidad

SOBRE ESTA DEMARCACIÓN TERRITORIAL, o creación provincial de despacho madrileño decimonónico, trazan los cantabristas de nuestros días su elucubraciones prerromanas, saltándose sobre el puente de lo que no les interesa 2.000 años de historia y el hecho incuestionable de que los territorios entre ambos conceptos no coinciden y las “señas de identidad” de ambos mundos, lenguas y razas tampoco.

“Cantabria, 5000 años de Historia” era uno de sus lemas seductores con los que empezaron a financiar sus propagandas mentales y falsarias… Porque los cántabros no sabían escribir, a diferencia de otros pueblos prerromanos que sí sabían hacerlo y en su propio alfabeto prerromano.

Cualquier provincia de España podría asignarse esa antigüedad encantadora y atractiva, o mayor incluso si le peta, con tal de decidir aplicarse el nombre del pueblo prerromano que hubiera habitado en esas tierras, aunque no haya otra coincidencia con sus actuales moradores.

Y si, como decimos, es capaz de asumir que ni el territorio aquel coincidirá con el de la provincia actual que hiciere tal cosa, ni todos los demás indicadores étnicos, lingüísticos o raciales… Ganas injustificadas de cambiarse el nombre, y enredar y liarse con la Prehistoria para parecer más arrebatadoramente antiguos.

Posiblemente, el PNV que de hacerse los viejos –sin serlo- sabe un rato largo les sopló al oído a los primeros cantabristas de su apetecido protectorado político cómo podían darse una pátina de encanto viejo cautivador, y así empezaron algunos santanderinos a quedar cautivados y cautivos de las fabulaciones y mentiras falseadas por los ideólogos bilbaínos.

Pero resulta que, para lustre y barniz de apariencia arcaica… ¡5.000 años es poco!, ayer por la tarde en términos prehistóricos.

Con mayores motivos podían decir los carpetanos de la Alcarria de Guadalajara, desde los bosques de Riba de Saelices que ellos en la Cueva de los Casares ya pintaban y grababan las paredes de sus casas hace… ¡25.000 años!