Archivo por días: 8 abril, 2024

El estandarte cuartelado de la Corona de Castilla

Juan Pablo Mañueco

Extraído del libro «Castilla entre el XX y XXI, Historia y Memoria», de Juan Pablo Mañueco

Imagen principal de la entrada: detalle del mapa de Nuño García de Toreno, año 1522. Naves castellanas en el Océano Índico.

El estandarte cuartelado es de la Corona de Castilla, no es privativo de la provincia –o incluso si se admitiera vigencia al antiguo reino- de León, sino de la Corona de Castilla y de quienes sean o se sientan sus herederos

AL FINALIZAR ESTOS APARTADOS, sí quiero dejar constancia de mi criterio sobre el estandarte cuartelado de la Corona de Castilla, el cual, por cierto sí podría optar con veracidad al galardón de enseña más preciada, por hechos y hasta por diseño –aunque esto es relativo- de las existentes en la Tierra.

León, provincia, incluso ciudad… me temo que quedara en esto…-ya digo, si las cosas se dejan a su libre albedrío- o incluso antiguo reino –si efectivamente se comprobara la vigencia de tan añejo, atlántico o extraleonés concepto- puede decidir libremente lo que guste, por supuesto, y, si quiere, ponerse, adjudicarse y oficializar los símbolos que le plazcan.

Ahora bien, el estandarte cuartelado de la Corona de Castilla corresponde a toda la Corona de Castilla, no a ninguna de sus provincias, aisladamente.

Y esa enseña cuartelada de castillos y leones, desde 1230, por obra de Fernando III el Santo, sirve para identificar a las dos Castillas y León, desde el mar Cantábrico hasta Ciudad Real, sea cual fuere el ámbito que demos al concepto de León.

También es la que ha descubierto todos los continentes descubribles desde 1492, incluidos la Antártida, Australia y Oceanía, y todos los océanos y mares descubribles y navegables desde esa misma fecha.

Y el que ondeó durante la primera Vuelta al Mundo por parte de Fernando de Magallanes, navegante nacionalizado castellano antes de recibir el mando de una flota castellana, naturalmente, y antes de recibir el pendón real cuartelado de Castilla que debía poner en lo más alto de los barcos que comandara en su viaje hacia lo desconocido. Por ello es irrelevante dónde hubiera nacido: se nacionalizó castellano por voluntad propia, y fue leal al estandarte cuartelado hasta el extremos de dar la vida por él.

Réplica de la Nao Victoria

Una hazaña que seguirá siendo la principal gesta descubridora de la Historia de la Humanidad hasta que nuestra especie salga de los límites del Sistema Solar, navegue por los espacios desconocidos allende todos los mapas y controles existentes, y logre retornar a nuestro planeta con sus tripulantes vivos.

Hasta entonces. El viaje a la Luna con el que a veces se compara indebidamente la gesta de la Corona de Castilla al circunnavegar la ignota Tierra en tres años poco tiene que ver con un viaje tan escaso a un satélite y objetivo que está a la vista, que sólo duró dos días y que básicamente fue teledirigido desde las estaciones espaciales de la Tierra, para que la cómoda tripulación apenas tuviera que esforzarse.

Durante dicho viaje de circunnavegación, el almirante nacionalizado castellano Magallanes iba acompañado por otros marineros de múltiples provincias costeras e interiores de Castilla, preferentemente -por el motivo de que fue financiado por comerciantes privados burgaleses del Consulado del Mar de esta ciudad-, marinos de la hoy interna provincia de Burgos.

Gonzalo Gómez de Espinosa, de Espinosa de los Monteros (Burgos), fue el segundo almirante de la flotilla castellana a la muerte de Magallanes –de quien fue su lugarteniente durante todo aquel su último viaje-, ocurrida en combate en el Nuevo Reino de Castilla, que luego, unos años después, sería rebautizado como Filipinas.

Todo lo cual… imprime historia indeleble a este bello estandarte. Lleno de soles, de sales, de avances, y de flameares al viento por todos los continentes y océanos de la Tierra. La bandera cuartelada de castillos y leones pertenece a quienes lo ondearon por todo el mundo y a quienes se sienten herederos de sus gestas descubridoras y también de sus logros culturales.

A quienes, como Miguel de Cervantes y tantos otros clásicos, modernos y contemporáneos –todos ellos ya también clásicos castellanos-, combatieron bajo el estandarte de Castilla o elevaron el idioma de los castellanos a la cima de la gloria, de la musicalidad y de la perfección misma entre las lenguas literarias, ya vivas de la actualidad, ya muertas de la antigüedad pretérita.

Y a cuantos lo han enarbolado en Castilla, en tierras y mares próximos u océanos lejanos y territorios remotos a ella sintiendo que se unían a una tradición y a una cultura sorprendentes que, aunque quiera soslayarse momentáneamente, por motivos que no se alcanzan a entender bien, acabará sobreponiéndose a las dificultades y rehaciéndose desde su olvido programado y postración deliberada presente.

Sí, Castilla acabará sobreponiéndose a las dificultades, a causa de la extraordinaria altura que alberga su idioma, su cultura, su arte, sus tradiciones y su personalidad, y mañana, después de la batalla, pensará en que todos los instantes actuales fueron un mal sueño provocado por “míos enemigos malos”.

Eso sí, eran muy numerosos, conjuntados contra ella y sumamente encarnizados en su malas artes y en su negra animadversión legendaria contra ella.

En consecuencia, terminaré ya, señoras y señores lectores y oyentes, como si esto fuera el texto de una conferencia pronunciada desde el papel.

Terminaré sin jactancia, sin alarde, sin vanidad, sin soberbia, y sin elevar el tono de mi voz siquiera, el pronunciar el vítor final, pero sí con orgullo, con satisfacción, con complacencia, con gozo y con sinécdoque por mi tierra diciendo: Viva Castilla.

He dicho…, y es bastante lo expuesto, sobre lo que ocurrió en los años 80 del siglo XX.

Muchas gracias por escucharme.

Nao Santa María y carabelas Pinta y Niña en rumbo a América con el estandarte del Estado que les enviaba a efectuar su viaje