Juan Pablo Mañueco
Extraído del libro «Castilla entre el XX y XXI, Historia y Memoria», de Juan Pablo Mañueco
A modo de resumen del Estado de las Autonomías en lo que se refiere a Castilla
LA ENTIDAD REGIONAL HISTÓRICA que se requería para alcanzar la autonomía venía y viene exigida por la propia Constitución de 1978, según el Capítulo III, “De las Comunidades autónomas”, del Título VIII, que en el Artículo 143, punto 1, expone:
“En el ejercicio del derecho a la autonomía reconocido en el artículo 2 de la Constitución, las provincias limítrofes con características históricas, culturales y económicas comunes, los territorios insulares y las provincias con entidad regional histórica podrán acceder a su autogobierno y constituirse en Comunidades Autónomas con arreglo a lo previsto en este Título y en los respectivos Estatutos”.
“Entidad regional histórica” era el requisito para las provincias únicas que quisieran acceder a la autonomía uniprovincial. Todas las demás provincias de Castilla tenían más antigua “entidad regional histórica”, si las élites políticas hubieran decidido llevarlas a la autonomía uniprovincial.
Pero las dos provincias castellanas que menos, porque eran las provincias castellanas más recientes, Santander y Logroño, fueran a las que esas élites con mando decidieron llevar a la autonomía.
La cuestión de la “entidad regional histórica” fue uno de los temas de más encarnizado debate oral y escrito en la provincia de Santander.
Para los partidarios de que la provincia de Santander, matriz de Castilla, continuara unida a las otras provincias castellanas era evidente que Santander y provincia carecían de “entidad regional histórica” por sí misma, y, en cambio, sí poseía mucha entidad regional histórica pero dentro de Castilla.
Y lo mismo y en semejantes términos ocurrió en Logroño.
Sin embargo… el poder político no cumple ni sus propias leyes o Constituciones, si el poder no quiere.
Es ley no escrita más antigua y más cierta que las leyes que sí se escriben, pero que siempre encuentran trampas para ser vadeadas, si a quienes mandan políticamente les conviene franquearlas.
El café para todos quería decir que todos los españoles tomarían café (lo cual es equitativo), pero los castellanos más achicoria que café y en asientos separados.
PODRÍAMOS HABLAR DE LAS distintas calidades del café servido en el llamado Estado de la Autonomías, pero por ahora quiero seguir centrándome solamente en el motivo por el que a un grupo de los parroquianos del cafetín constitucional, los castellanos, se les dijo que tenían que situarse en asientos separados.
Lo cierto es que a Castilla querían preservarla, más o menos unida, partidos del arco político conservador, sin entrar en mayores precisiones, y que sentían más bien rechazo por ella partidos del arco político de izquierdas, asimismo sin entrar en más detalles.
Y en cuanto a la UCD y el PSOE, que fueron en definitiva quienes decidieron al respecto sobre Castilla, como los predominantes en aquellos años, ¿qué postura adoptaron?
En principio, ambigua, que debe de ser lo propio de los partidos “de Estado”, probablemente. La ambigüedad calculada y a ver por dónde sale el tiro para después salir corriendo para cazar la pieza y apuntarse el éxito.
Sin embargo, como tanto a UCD como a PSOE les hacían falta alcanzar mayorías parlamentarias suficientes, para concretar algunos puntos de sus programas, esto es, como a ambas formaciones les hacían falta los votos de los nacionalistas, ambos partidos fueron delimitando sus posturas hacia lo que fue, hacia lo que hoy conocemos…
Posiblemente, Castilla fue uno de los mercadeos en esas mayorías parlamentarias que se necesitaban.
El PNV (Partido Negociador de Ventajas) sabe vender muy caros sus votos a un lado y a otro del arco parlamentario que los necesite para completar mayorías. Y cobra muy caro cada apoyo.
Inclusive hace caer y subir Gobiernos. En 2018, en el plazo de una semana sostuvo el Gobierno Rajoy apoyándole en sus Presupuestos Generales del Estado, y pocos días después le seguía apoyando por la mañana y a la hora de comer le avisó que le iba a hacer caer por la tarde, como efectivamente lo dejó caer –no le habría concedido lo que durante la comida le pidiera- para alzar a un nuevo inquilino de la Moncloa, se ve que más propenso a pagar con nuevas concesiones a la derecha vasca de… lo que quisiera.
España no le interesa, sino debilitarla y sangrarla mientras haya qué desangrar… Debilitar Castilla es parte de su ADN, y además, debilitando más que a nadie a Castilla crece su zona de influencia… Luego, se entiende fácilmente.
CiU (Conseguidores i Unilaterales) lo mismo. Otros mercaderes del voto en el Parlamento a cambio de conseguir unilateralmente prebendas para ellos solos. Tal ha sucedido desde su aparición en el mapa del mercadeo de votos, a cambio de privilegios e inversiones especiales. Sus continuadores nominales han seguido sus mismos pasos.
Otros a los que no interesaba una Castilla fuerte que pudiera interesarse por ejemplo por la suerte de sus emigrantes en Cataluña: los unilaterales sólo se reconocen derechos a sí mismos. Los emigrantes castellanos no tienen derechos lingüísticos. Mejor que no hubiese una autonomía fuerte castellana que pudiera velar por sus conciudadanos que habían sido absorbidos por la emigración a tierras ajenas.
Los nacionalistas exigieron su cabeza (PNV y CiU, y otros quizá en negociaciones más secretas), y los dos partidos nacionales aceptaron finalmente entregarles la cabeza de Castilla, en bandeja de apoyo a sus mociones parlamentarias.
La Constitución de 1978 que había que sacar adelante con los votos que hicieran falta, las leyes que requerían mayorías cualificadas, los pactos de Gobierno que querían sostenerse en España o en los ayuntamientos…
Todos fueron excelentes momentos para que los nacionalistas excluyentes obtuvieran sus provechos y sus ventajas.
¿Fue el futuro de Castilla pactado en las conversaciones entre la UCD, el PSOE-PSC y los catalanistas directos (esto es, los que no iban con el antifaz de “PSC”) para consensuar la Constitución Española de 1978, donde resultaban imprescindibles?
¿Intervinieron en el futuro de Castilla los nacionalistas vascos, a cambio de su apoyo a leyes parlamentarias concretas, momento en que siempre –ayer y hoy- ha habido que pagarles sustanciosamente, o bien con dinero o bien con los frutos que reclamasen, de forma pública o de forma privada?
No lo sé, y además sobre esas cosas siempre hay versiones contradictorias y algunas de ellas siempre se niegan.
Territorios excelentes y supremos y la simple chusma o morralla
SÍ PUEDE AFIRMARSE QUE fueron las exigencias de nacionalistas excluyentes catalanes y vascos a un inmediato reconocimiento de sus instituciones, las que llevaron a UCD a plegarse a ellas y a concederles primacías, y consideraciones de “históricas”, etc.
Los “dos huevos duros de más”, que siempre exigen los nacionalistas excluyentes en su menú, para no mezclarse en el comedor con la chusma corriente.
Y como a los centristas debió de parecerles inmoral –lo hubiera sido- que sólo esos dos territorios obtuvieran autonomía, es probable que pidieron permiso a sus interlocutores –y jefes en materias autonómicas- para ver si podían generalizar las autonomías por toda España.
La respuesta catalana y vasca hubo de ser que sí, que le daban permiso al Gobierno español –obviamente no podía explicarse bien lo de la exclusividad- para crear un Estado de las Autonomías, pero siempre que ellos fueran más que lo demás, que es de lo que trata siempre el nacionalismo excluyente.
Las “nacionalidades y regiones”, conceptos que ya discriminan, desnivelan, desequilibran y desigualan desde el principio, fue la exigencia de los nacionalistas excluyentes para que la turba, tropa, vulgo o morralla restante de España pudiera llegar a ser autónoma, pero no con la categoría de los territorios excelentes o supremos, que debían seguir siendo ellos.
Achicoria parcelada
EL CAFÉ PARA TODOS pero con “nacionalidades y regiones” fue el resultado de este choque subterráneo de placas tectónicas –las de siempre, las mismas que con Franco y antes de él- que se estaban recomponiendo durante la Transición, para que todo quedase territorialmente igual: privilegios para unos, displicencia y menosprecio para otros.
Es la misma Triespaña que gobierna España en su provecho desde el XIX y que mantenía las diferencias de clase en favor de dos de las tres zonas de España más beneficiadas ya durante el franquismo y también durante su siglo anterior.
Durante los últimos años setenta y primeros ochenta del siglo XX una de las cuestiones más controvertidas, en prensa y otros foros, fue la de saber en cuántos asientos finales iban a ser arrellanados los castellanos para tomar la achicoria autonómica que les correspondiese, siempre muy menoscabada, de esto podían estar seguros quienes la autorizaban.
Lo que ya se veía es que Castilla unida, entera, como reclamaban las primeras manifestaciones de Villalar y los partidos castellanistas –numerosos pero con pocos medios económicos- de la Transición, más muchas voces de intelectuales de aquellos años con Sánchez-Albornoz a la cabeza, no iba a haberla.
Habría varias Castillas, parceladas y muy disminuidas, porque así lo estaban decidiendo UCD y PSOE-PSC, por propia voluntad suya –nadie se equivoca tanto por propia voluntad- o más bien bajo presiones de otras formaciones que les impeliesen para a esa incomprensión y desdén hacia lo castellano.
Pero los dos citados partidos nacionales son también culpables: lo aceptaron.