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El estandarte cuartelado de la Corona de Castilla

Juan Pablo Mañueco

Extraído del libro «Castilla entre el XX y XXI, Historia y Memoria», de Juan Pablo Mañueco

Imagen principal de la entrada: detalle del mapa de Nuño García de Toreno, año 1522. Naves castellanas en el Océano Índico.

El estandarte cuartelado es de la Corona de Castilla, no es privativo de la provincia –o incluso si se admitiera vigencia al antiguo reino- de León, sino de la Corona de Castilla y de quienes sean o se sientan sus herederos

AL FINALIZAR ESTOS APARTADOS, sí quiero dejar constancia de mi criterio sobre el estandarte cuartelado de la Corona de Castilla, el cual, por cierto sí podría optar con veracidad al galardón de enseña más preciada, por hechos y hasta por diseño –aunque esto es relativo- de las existentes en la Tierra.

León, provincia, incluso ciudad… me temo que quedara en esto…-ya digo, si las cosas se dejan a su libre albedrío- o incluso antiguo reino –si efectivamente se comprobara la vigencia de tan añejo, atlántico o extraleonés concepto- puede decidir libremente lo que guste, por supuesto, y, si quiere, ponerse, adjudicarse y oficializar los símbolos que le plazcan.

Ahora bien, el estandarte cuartelado de la Corona de Castilla corresponde a toda la Corona de Castilla, no a ninguna de sus provincias, aisladamente.

Y esa enseña cuartelada de castillos y leones, desde 1230, por obra de Fernando III el Santo, sirve para identificar a las dos Castillas y León, desde el mar Cantábrico hasta Ciudad Real, sea cual fuere el ámbito que demos al concepto de León.

También es la que ha descubierto todos los continentes descubribles desde 1492, incluidos la Antártida, Australia y Oceanía, y todos los océanos y mares descubribles y navegables desde esa misma fecha.

Y el que ondeó durante la primera Vuelta al Mundo por parte de Fernando de Magallanes, navegante nacionalizado castellano antes de recibir el mando de una flota castellana, naturalmente, y antes de recibir el pendón real cuartelado de Castilla que debía poner en lo más alto de los barcos que comandara en su viaje hacia lo desconocido. Por ello es irrelevante dónde hubiera nacido: se nacionalizó castellano por voluntad propia, y fue leal al estandarte cuartelado hasta el extremos de dar la vida por él.

Réplica de la Nao Victoria

Una hazaña que seguirá siendo la principal gesta descubridora de la Historia de la Humanidad hasta que nuestra especie salga de los límites del Sistema Solar, navegue por los espacios desconocidos allende todos los mapas y controles existentes, y logre retornar a nuestro planeta con sus tripulantes vivos.

Hasta entonces. El viaje a la Luna con el que a veces se compara indebidamente la gesta de la Corona de Castilla al circunnavegar la ignota Tierra en tres años poco tiene que ver con un viaje tan escaso a un satélite y objetivo que está a la vista, que sólo duró dos días y que básicamente fue teledirigido desde las estaciones espaciales de la Tierra, para que la cómoda tripulación apenas tuviera que esforzarse.

Durante dicho viaje de circunnavegación, el almirante nacionalizado castellano Magallanes iba acompañado por otros marineros de múltiples provincias costeras e interiores de Castilla, preferentemente -por el motivo de que fue financiado por comerciantes privados burgaleses del Consulado del Mar de esta ciudad-, marinos de la hoy interna provincia de Burgos.

Gonzalo Gómez de Espinosa, de Espinosa de los Monteros (Burgos), fue el segundo almirante de la flotilla castellana a la muerte de Magallanes –de quien fue su lugarteniente durante todo aquel su último viaje-, ocurrida en combate en el Nuevo Reino de Castilla, que luego, unos años después, sería rebautizado como Filipinas.

Todo lo cual… imprime historia indeleble a este bello estandarte. Lleno de soles, de sales, de avances, y de flameares al viento por todos los continentes y océanos de la Tierra. La bandera cuartelada de castillos y leones pertenece a quienes lo ondearon por todo el mundo y a quienes se sienten herederos de sus gestas descubridoras y también de sus logros culturales.

A quienes, como Miguel de Cervantes y tantos otros clásicos, modernos y contemporáneos –todos ellos ya también clásicos castellanos-, combatieron bajo el estandarte de Castilla o elevaron el idioma de los castellanos a la cima de la gloria, de la musicalidad y de la perfección misma entre las lenguas literarias, ya vivas de la actualidad, ya muertas de la antigüedad pretérita.

Y a cuantos lo han enarbolado en Castilla, en tierras y mares próximos u océanos lejanos y territorios remotos a ella sintiendo que se unían a una tradición y a una cultura sorprendentes que, aunque quiera soslayarse momentáneamente, por motivos que no se alcanzan a entender bien, acabará sobreponiéndose a las dificultades y rehaciéndose desde su olvido programado y postración deliberada presente.

Sí, Castilla acabará sobreponiéndose a las dificultades, a causa de la extraordinaria altura que alberga su idioma, su cultura, su arte, sus tradiciones y su personalidad, y mañana, después de la batalla, pensará en que todos los instantes actuales fueron un mal sueño provocado por “míos enemigos malos”.

Eso sí, eran muy numerosos, conjuntados contra ella y sumamente encarnizados en su malas artes y en su negra animadversión legendaria contra ella.

En consecuencia, terminaré ya, señoras y señores lectores y oyentes, como si esto fuera el texto de una conferencia pronunciada desde el papel.

Terminaré sin jactancia, sin alarde, sin vanidad, sin soberbia, y sin elevar el tono de mi voz siquiera, el pronunciar el vítor final, pero sí con orgullo, con satisfacción, con complacencia, con gozo y con sinécdoque por mi tierra diciendo: Viva Castilla.

He dicho…, y es bastante lo expuesto, sobre lo que ocurrió en los años 80 del siglo XX.

Muchas gracias por escucharme.

Nao Santa María y carabelas Pinta y Niña en rumbo a América con el estandarte del Estado que les enviaba a efectuar su viaje

El orgullo castellano y el respeto a Castilla

Francisco Javier Sánchez

El orgullo castellano en Las Décadas de Herrera

Antonio de Herrera y Tordesillas es el autor de una de las mejores obras escritas sobre la conquista de América. Nacido en Cuéllar en 1549, fue cronista, historiador y escritor, publicando en el año 1601 “Historia General de los Hechos de los Castellanos en las Islas y Tierra Firme del Mar Océano”, compuesta de cuatro volúmenes e impresa en Madrid, obra conocida también como “Las Décadas de Herrera”, por abarcar los acontecimientos ocurridos en las cuatro décadas comprendidas entre 1492 y 1531.

Como Cronista de la Corona de Castilla y de las Indias, Antonio de Herrera y Tordesillas, fue uno de los primeros que combatió la leyenda negra castellana, al justificar su magna obra de esta forma en su prólogo: «Porque temo que los hechos heroicos de los castellanos en las Islas y Tierra Firme de la Mar Océana sean negados por nuestros enemigos».

Inserto por su interés, para ser consultada esta obra de Herrera, el siguiente enlace. https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/1/1b/Antonio_de_Herrera_D%C3%A9cadas_1_y_2.pdf?fbclid=IwAR2RiwzbYWq50WvrrD3udnxNY8MGadZNcVrSr3gvJFELVt-TeddJOn8LLDU

Se trata de una historia de hechos, narrando los sucesos como indica su título, no del medio natural, del que ya había tratado en su Descripción. Fue tal su éxito que fue traducida al latín, al francés, al alemán, al holandés y al inglés, siendo muy numerosas sus ediciones.

Las recomendaciones a la obra de Herrera

Al comienzo de la obra hay un apartado llamado Censuras, que vienen a ser recomendaciones de diferentes intelectuales de la época para la publicación de la obra ya preparada por Herrera. También el mismo Antonio de Herrera escribe una introducción.

Por su interés reproduzco estas recomendaciones, escritas con orgullo inmenso de haber nacido en la nación castellana, sintiéndose partícipes de un honor ilimitado de que Castilla fuera la que en la Historia, según ellos, tenía reservada realizar tantísimas proezas, conquistas de tierras remotas, descubrimientos de innumerables cordilleras, ríos, lagos, costas, mares y pueblos indígenas. Y fundar ciudades como Santo Domingo en 1496, San Juan en 1508, Baracoa en 1512, Santiago de Cuba en 1514, La Habana en 1515, Nicoya en 1516, Veracruz y Panamá en 1519, León en 1524, San Salvador en 1525, Maracaibo en 1529, Guadalajara en 1530, Jalisco y Puebla en 1531…

Un orgullo sincero de ser castellano, de lo que significaba en su plenitud la identidad castellana. Por eso en las recomendaciones es habitual hacer referencia a Castilla, a la nación castellana y a los castellanos, y ya en las incontables páginas escritas por Antonio de Herrera mencionar a Castilla y a los castellanos hasta la extenuación.

Contrasta grandísimamente el orgullo castellano de aquella época con la atonía y el desinterés por Castilla de los castellanos de ahora; incluso más, rechina con el ocultamiento actual de la condición castellana, como si fuera una vergüenza serlo.

Conozcamos a estos personajes que recomendaron la obra de Antonio de Herrera.

Andrés García de Céspedes fue un cosmógrafo que nació en el Valle de Tobalina ( Burgos ) en 1560 y murió en Madrid en 1611. Fue cartógrafo del Consejo de Indias y fabricante de instrumentos náuticos. Cosmógrafo mayor de la Casa de la Contratación de Sevilla, donde residió habitualmente.

García de Céspedes escribió lo siguiente en el apartado de Censuras de la obra de Herrera: “Por Mandado de V. Alteza , yo el licenciado Andrés García de Céspedes, Cosmógrafo mayor de las Indias, digo, que he visto, y considerado lo que Antonio de Herrera ha escrito de la Historia general de las Indias, tocante a la Geografía, y Cosmografía, derrotas, y navegaciones que se han hecho,y hacen a las dichas partes, y que todo está conforme a lo que comúnmente se platica y está mas recibido entre todos los que navegan, y conforme a lo que pasó en el primer descubrimiento, y a lo que después acá se ha hallado, y que adonde quiera parecerá bien, y que se puede muy bien imprimir, y que de la impresión resultará mucha utilidad y honra a la nación Castellana ; y lo firmé de mi nombre a 3 de Enero de I599. Andrés García de Céspedes.”

Por su parte el licenciado y oidor de tribunales Francisco de Anuncibay dijo: “Por orden de los señores del Real Consejo de las Indias he visto, y pasado con mucha atención, las cuatro Décadas de la Historia general de Antonio de Herrera, que tratan del descubrimiento del nuevo mundo, y navegación del mar Océano ; y aunque ha habido muchos que han escrito esta materia por partes, ninguno hasta ahora de propósito, ni toda junta y no hallo cosa que impida su impresión, antes hallo muchas tomadas de su origen, y muy ciertas, y espero que ha de agradar: conviene que salga a luz, para que se entienda el valor de la nación Castellana, y lo mucho que a sus reyes ha puesto de su parte, por el bien espiritual, y temporal de aquel nuevo Orbe, y que se entienda cuan caro nos cuesta, y más se entenderá si prosiguiera la historia hasta estos días: y el Autor muestra mucha diligencia, y es digno de premio. En Madrid a último de Octubre de 1599. El licenciado Francisco de Anuncibay.”

García Silva de Figueroa, nacido en Zafra ( Badajoz ), fue un importante diplomático durante los años de Felipe III, y puso lo siguiente en Censuras: “Habiendo visto por mandado de los señores del Real Consejo de las Indias, las cuatro Décadas que Antonio de Herrera Cronista de Su Majestad ha compuesto, de la Historia general de ellas, y la Geografía, y demarcación de todas las islas y provincias de tierra firme, de las dichas Indias Occidentales, no he hallado cosa alguna que se deba añadir ni quitar, antes por ser la primera historia que hay en general, de todo lo hasta ahora descubierto y habitado de este nuevo mundo, y adonde el autor con mucha diligencia y trabajo nos muestra a lo que por tantos siglos estuvo sepultado en la inmensidad y grandeza del mar Océano, me parece que es muy digna de ser leída y estimada en nuestra Castilla, a cuya nación tanto honor y alabanza se le sigue. En Madrid, a 3 de noviembre de 1599. Don García de Silva y Figueroa.”

Juan Beltrán de Guevara, nacido en Medina de las Torres ( Badajoz ), que fue canónigo de la Catedral de Ávila, arzobispo de Santiago, oidor de la Chancillería de Valladolid, presidente del Consejo de Italia…, escribió lo siguiente en Censuras: “ He visto la Historia de las Indias que ha escrito Antonio de Herrera Cronista de su Majestad, y es de las mejores que yo he leído de aquellas provincias, y para que el mundo conozca lo que Castilla ha hecho en servicio de Dios, y de su reyes, y honra de esta nación en aquel nuevo mundo, será muy conveniente que con brevedad salga a luz, para que todos la puedan vez y gozar, porque ninguno de los que han escrito de esta materia, la trata con la puntualidad que el dicho Antonio de Herrera, y por parecerme así, lo firmé de mi nombre en Ávila a 1 de Marzo de 1599. El Doctor Juan Beltrán de Guevara.”

Y el mismo Antonio de Herrera y Tordesillas, el autor de esta obra sobre la conquista de América dejó escrito al principios de su obra a modo de introducción: “El Invictísimo Rey Nuestro Señor don Felipe II, llamado el Prudente, padre de V. Majestad, me mandó el año de mil quinientos y noventa y seis, por medio del licenciado Paulo de Laguna Presidente del Real y Supremo Consejo de las Indias, emprender esta obra digna de mayores fuerzas, como convenía para tan grandes accidentes, porque como en ella se verá por mucho que algunos escritores, contra la neutralidad que requiere la historia, hayan procurado oscurecer la piedad, valor y constancia de ánimo, que la nación Castellana ha mostrado en el descubrimiento, pacificación, y población de tantas y tan nuevas tierras, interpretando a crueldad sus hechos, para oscurecerlos, haciendo más caso de lo malo que algunos hicieron, sin atribuirlo a la divina permisión, por los pecados enormes de aquellas gentes, que de lo bueno que muchos obraron para estimarlo: creo que con todo esto que si alcanzaran la verdad y tuvieran conveniente noticia de las cosas, ilustrarán más hazañas cuales hombres jamás intentaron, ni acabaron. Por donde muy claro se conoce que el omnipotente Dios las tenía reservadas para esta nación, en que yo con particular cuidado, y sinceridad de ánimo, he hecho lo que he podido. Y aunque estos hechos sucedieron en tiempos de los abuelos de V. Majestad y su padre los mandó escribir, los Castellanos deben mucho a V. Majestad que ha sido servido de mandarlos publicar. Suplico a V. Majestad que como obra suya, y trabajada por ministro y criado suyo, la mande amparar con la misma clemencia que hasta este punto la ha mandado asistir. Guarde Dios a V. Majestad. De Valladolid 20 de octubre de 1601.”

La falta de respeto al nombre de Castilla y de León y a su bandera histórica

En todas las conmemoraciones institucionales de los grandes hechos históricos en los que fue protagonista la Corona de Castilla y de León, tales como el descubrimiento de América el 12 de octubre de 1492 o la primera vuelta al mundo el 6 de octubre de 1522, cuyo quinto centenario se cumple precisamente este año, debería estar siempre presente en un lugar de honor y no ocultada la bandera cuartelada de castillos y leones como estandarte de dicha Corona. Es lo mínimo como muestra de fidelidad a nuestros antepasados y a los esfuerzos que llevaron a cabo durante siglos para poner el nombre de Castilla y de León en el frontispicio de la Historia Universal.

Conviene recordar el ámbito territorial de la Corona de Castilla y de León en la Península Ibérica en el año 1492: sus costas comprendían desde Fuenterrabía hasta La Guardia, y desde Ayamonte hasta San Pedro del Pinatar. Una potencia naval de primer orden.

Este es el mapa de las ciudades con voz y voto en las Cortes de Castilla y de León en el siglo XVI, para que se visualice más claramente el territorio peninsular de nuestra Corona y sus costas, y sacar de su «engaño» ( mal intencionado, por lo general ) a quienes niegan por ahí que Castilla tuviera Marina de Guerra y Mercante, afirmando puerilmente ( a veces parece que desde la inocente ignorancia, lo cual es más grave ) que no disponía de costas, barcos, atarazanas y marinos.

Y es que conviene realizar esta precisión para que no haya ninguna confusión con el territorio de una comunidad autónoma del año 1983 llamada «Castilla y León», constituida por nueve provincias de la meseta norte.

Por mucho que se hable y se escriba de la Historia de Castilla y de León con palabras y se ilustre con imágenes, se oculta el nombre de Castilla y de León, su gloriosa bandera, y quiénes fueron los artífices de tantas y tan brillantes epopeyas históricas. Así está ocurriendo año tras año con los actos conmemorativos del 12 de octubre, y con el Quinto Centenario de la Primera Vuelta al Mundo. Lo que supone una absoluta falta de respeto.

¿ Alguien se imagina que en Londres se ocultara el nombre de Inglaterra y su bandera de la cruz de San Jorge ?. Nadie se lo imaginaría. Pues aquí, los que manosean y terminan por ensuciar el concepto de España, hacen todo lo posible por echar tierra sobre el nombre de Castilla y de León y sobre la bandera de castillos y leones que estuvo presente en todos los mares y continentes del mundo. Es hora de exigir respeto, porque sin respeto no hay futuro.

500 años de la Primera Vuelta al Mundo

Francisco Javier Sánchez

Este día 6 de septiembre del año 2022 se cumplen 500 años de la primera vuelta al mundo de la nao Victoria. La mayor gesta de la Historia de la Humanidad. A estas alturas, salvo exposiciones culturales, conferencias, publicaciones sobre el tema, y actos de diversa índole concentrados en Sanlúcar de Barrameda, en Sevilla y en la comunidad autónoma vasca, la efemérides de los 500 años de la Primera Vuelta al Mundo de la nao Victoria pasará de largo sin pena ni gloria, como ha ocurrido con el Quinto Centenario de la Revolución Comunera y de la Ley Perpetua de 1520.

Se echa en falta una mayor repercusión social. Las instituciones han contado desde el año 2019, en el que se cumplían los 500 años del inicio de la expedición comandada por Fernando de Magallanes y Juan de Cartagena, para haber llevado a cabo actividades de calado en el conjunto de la sociedad española. Son extraordinariamente loables las iniciativas llevadas a cabo desde el ámbito privado para dar a conocer todo lo que supuso el larguísimo viaje que en su día inició Magallanes con cinco naos, que continuó Gonzalo Gómez de Espinosa asegurando en todo momento el éxito de la armada castellana y localizando las Islas de las Especias, y que culminó el capitán Juan Sebastián de Elcano atravesando el océano Índico, bordeando el sur de África y dando la primera vuelta al mundo. El almirante Espinosa, tras la separación de las dos naves que quedaban, no tuvo la suficiente fortuna con la más maltrecha nao Trinidad, tras una larga reparación de meses de duración, en el primer tornaviaje intentado de la Historia por el norte del océano Pacífico para llegar a Panamá, siendo finalmente apresados por los portugueses y sufriendo un largo cautivero hasta que fueron devueltos a Castilla en 1527 sólo cinco hombres, entre ellos Espinosa.

Entre las iniciativas privadas dedicadas a difundir todo lo acontecido, los descubrimientos, las penalidades y alegrías de esta gente que en buena parte dejó su vida durante esta epopeya, destaca la del investigador Tomás Mazón Serrano, que puso en marcha la web https://www.rutaelcano.com/ y que ha publicado sendos libros sobre las figuras históricas de Elcano y de Espinosa. En especial Tomás Mazón se ha dedicado a poner en valor al que en definitiva hizo posible la primera vuelta al mundo, al gran olvidado de este quinto centenario, Gonzalo Gómez de Espinosa, con esta obra publicada en Ediciones Encuentro https://edicionesencuentro.com/libro/espinosa-el-ultimo-capitan-de-la-vuelta-al-mundo/.

Desde mi punto de vista, resulta patente la deficiente conmemoración de esta gesta mundial de primer orden protagonizada por la Corona de Castilla, pues no en vano la armada capitaneada por Magallanes y después por Espinosa izaba en sus mástiles la bandera cuartelada de castillos y leones. Esta efemérides, repito, pasará de largo sin pena ni gloria, para alegría de algunos países que siguen alimentando la leyenda negra de diversas formas.

La proeza sin parangón, en realidad de magnitud mucho mayor que la llegada del hombre a la luna, paradójicamente no merece la debida atención ni de los Gobiernos regionales de la antigua Castilla, ni del Gobierno de España. La absurda fragmentación autonómica del territorio de la antigua Corona de Castilla y de León impide cualquier conmemoración digna de las epopeyas históricas que para sí quisieran otros. Y el «Gobierno de España» se suele mostrar acomplejado y cicatero cuando aborda estos temas, por su asunción de la leyenda negra que distorsiona precisamente la Historia de la Corona de Castilla y de León.

Sin embargo, el 6 de septiembre no es laborable en la comunidad autónoma vasca, donde desde sus instituciones llaman Elkano a la figura protagonista de ese día hace 500 años, por el hecho de que nació en Guetaria, pero ocultando que fue un marino de la Corona de Castilla, como todos los demás; como si el solito hubiera dado la vuelta al mundo, sin más explicaciones de nada ; y cuando siempre firmó como El Cano.

El 6 de septiembre debería haber sido declarado festivo en toda España, en lo que ahora llamamos España ( sin Portugal ), puesto que Juan Sebastián de Elcano fue un marino castellano -así eran nombrados por los portugueses-, como todos los que le acompañaron en tan magna epopeya.

O haber sido declarado festivo, al menos, en todo el territorio del ámbito histórico de la antigua Corona de Castilla y de León. Una ilusión quimérica, dado que esta Corona desapareció formalmente de la Historia hace 300 años.

La primera opción, que fuera festivo en España, ya se veía imposible con la “cultura” negrolegendaria del “Gobierno de España”; y la segunda opción, festivo en la antigua Castilla, resulta inviable porque no existe hoy en día la más mínima colaboración entre los cinco Gobiernos de las dos Castillas y León y, menos, entre los Gobiernos de la extinta Corona de Castilla y de León, que en la Península Ibérica comprendía desde Fuenterrabía a Ayamonte, y desde La Guardia hasta San Pedro del Pinatar.

Tal vez todo esto suceda, la insuficiente conmemoración, por «la generosidad» castellana en regalar su Historia a España; o porque la historiografía general española se ha apropiado de las grandes gestas y hechos históricos que fueron llevados a cabo por la Corona de Castilla y de León ( como el descubrimiento de América en 1492 o la firma del Tratado de Tordesillas en 1494 ), y no por la Corona de Aragón, ni por la Corona de Portugal ( ésta sí fue la otra parte firmante del Tratado de Tordesillas ). No olvidemos que en el siglo XVI, y durante la mayor parte del siglo XVII, el concepto de España comprendía toda la Península Ibérica, toda, sin excepciones ni exclusiones. Es decir, para que se comprenda, tan ciudad española era Lisboa, como Toledo o como Barcelona. Bien lo expresaba Francisco de Quevedo en su obra “España defendida” ( año 1609 ): España propiamente se compone de tres Coronas, de Castilla, de Aragón y de Portugal.

Pero no nos desviemos del homenaje a toda esta gente de hace 500 años; merecen un recuerdo y un encendido aplauso todos estos hombres protagonistas de la mayor gesta de la Historia de la Humanidad hasta la fecha, tanto los que se quedaron en el camino como los que lograron regresar a Castilla en 1522, y también los que volvieron tras cinco años de penalidades en 1527. Honor y gloria para todos ellos.

Recortes y ¿censuras? en una carta al director

Francisco Javier Sánchez

A finales del pasado mes de agosto remití una carta al director a diversos diarios escritos y digitales, en la que trataba de la deficiente falta de conmemoración de los 500 años de la primera vuelta al mundo de la nao Victoria; la imagen de su actual réplica ilustra esta entrada.

Salió publicada, al menos de los que tenga noticia, en el diario ABC, El Diario Montañés, Diario Ya, Diario Hoy de Badajoz y Diario Siglo XXI con el siguiente texto completo que remití:

«El próximo día 6 de septiembre se cumplen 500 años de la primera vuelta al mundo de la nao Victoria y resulta patente la deficiente conmemoración de esta gesta mundial de primer orden protagonizada por la Corona de Castilla, pues no en vano la armada capitaneada por Magallanes y después por Espinosa izaba en sus mástiles la bandera de castillos y leones. Esta efemérides pasará de largo sin pena ni gloria, para alegría de algunos países que siguen alimentando la leyenda negra.

La proeza sin parangón, en realidad de magnitud mucho mayor que la llegada del hombre a la luna, paradójicamente no merece la debida atención ni de los Gobiernos regionales de la antigua Castilla, ni del Gobierno de España.

Eso sí, el 6 de septiembre no es laborable en la comunidad autónoma vasca, cuando debería haber sido declarado festivo en toda España, puesto que Elcano fue un marino castellano -así eran nombrados por los portugueses-, como todos los demás que le acompañaron en tan magna epopeya.»

Aquí dejo el enlace de la carta publicada en el Diario Siglo XXI. https://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/3873379/falta-conmemoracion-primera-vuelta-mundo

Sin embargo, en el diario La Vanguardia salió publicada con el siguiente texto, recortando en varios extremos la carta que remití y que ya era breve de por sí:

«El próximo 6 de septiembre se cumplen 500 años de la primera vuelta al mundo de la nao Victoria, y resulta patente la deficiente conmemoración de esta gesta mundial. Esta efeméride pasará de largo sin pena ni gloria. La proeza sin parangón, en realidad de magnitud mucho mayor que la llegada del hombre a la Luna, paradójicamente no merece la debida atención.

Eso sí, el 6 de septiembre no es laborable en la comunidad autónoma vasca, cuando debería haber sido declarado festivo en toda España, puesto que Elcano fue un marino castellano, como todos los demás que le acompañaron en tan magna epopeya.»

Aquí dejo el enlace de la carta publicada en La Vanguardia. https://www.lavanguardia.com/participacion/cartas/20220827/8486508/le-damos-importancia.html

Como se puede fácilmente comprobar, han sido tales los recortes realizados en el texto original remitido, que al final ha sido omitido el protagonismo de la antigua Corona de Castilla y de León en esta gesta mundial de primer orden que entraña la primera vuelta al mundo culminada hace 500 años por Juan Sebastián de Elcano. Han sido igualmente recortadas las menciones referidas a que la armada capitaneada por Magallanes y después por Espinosa izaba en sus mástiles la bandera de castillos y leones, y a que la deficiente conmemoración ocasionará la alegría de algunos países que siguen alimentando la leyenda negra. También ha desaparecido la referencia a la falta de atención de esta efemérides por parte de los Gobiernos regionales de la antigua Castilla y del Gobierno de España, y a la designación por los portugueses como castellanos de los marinos capitaneados por Elcano.

Los recortes realizados en La Vanguardia para la publicación del texto original remitido, plantean el interrogante de si han tratado, simplemente y sin otra intención añadida, de abreviar todavía más la carta para así encajar el formato, o si de paso también se han propuesto censurar las frases que resultaban más interesantes desde mi punto de vista.

En una entrada anterior de enero de 2015 recomendaba concisión y claridad a la hora de redactar cartas al director, pero también los medios de comunicación están en su derecho de realizar los recortes que consideren oportunos en el redactado remitido ; a la vista está con lo acontecido con la carta de marras, faltaría más.

https://cantabro23abril.wordpress.com/2015/01/27/escribir-en-los-medios-de-comunicacion-sobre-castilla/

Las fracasadas negociaciones entre comuneros y realistas: el desenlace de Villalar

Francisco Javier Sánchez

Asentada la Junta comunera en Valladolid desde diciembre de 1520, hubo antes y después conversaciones entre los comuneros y los representantes del rey para intentar alcanzar un acuerdo, pero siempre las negociaciones fracasaron.

En noviembre de 1520, cuando las tropas comuneras al mando de Pedro Girón se acercaron a la plaza realista de Medina de Rioseco, estableciéndose finalmente en Villabrágima, las partes evitaron el enfrentamiento directo mediante las armas. El almirante Enríquez entabló conversaciones con los representantes de la Junta, pero éstas fracasaron. Igualmente protagonizó un intento de acuerdo el presidente de la Chancillería de Valladolid, Diego Ramírez de Villaescusa, alto funcionario originario de Cuenca respetado por los comuneros, como también fue respetada la relevante institución judicial que presidía, similar al actual Tribunal Supremo. Diego Ramírez de Villaescusa se acercó tanto a Medina de Rioseco como a Villabrágima, para hablar tanto con la aristocracia allí reunida como con los interlocutores comuneros. A la alta nobleza les recriminó su posición, tildándola de que no favorecía los intereses del reino, sino los suyos propios. A los de la Junta los invitó a negociar, lo que implica ceder en algo, pero los comuneros no estaban dispuestos a ceder en nada, no admitían siquiera que los tres gobernadores nombrados por Carlos de Gante, el cardenal Adriano, el condestable y el almirante de Castilla, siguieran en sus cargos. En definitiva, que el reino encarnado por la Junta mandaba al rey, y no el rey al reino. Un principio fundamental que sustentaba el ideario constitucional plasmado por las ciudades comuneras en la Ley Perpetua.

Retrato de Diego Ramírez de Villaescusa

Durante los primeros meses de 1521 también hubo varios intentos de negociación. El toledano Pero Laso de la Vega mantuvo contactos con el almirante de Castilla, el personaje de la alta nobleza que mejor comprendió lo que postulaban los capítulos de la Ley Perpetua. También el embajador de Portugal, el nuncio del Papa y fray Francisco de los Ángeles entablaron conversaciones que nunca llegaron a buen puerto. Los tres gobernadores puestos por Carlos de Gante consideraron razonables la mayoría de los capítulos comuneros, pero siempre poniéndolos a consideración del rey Carlos, no imponiéndolos, como pretendía la Junta comunera.

En Tordesillas tuvo lugar otro intento de acuerdo, impulsado por fray Francisco de los Ángeles. Acudió una delegación comunera con la que negocia Adriano, intentando alcanzar una paz muy difícil de conseguir. La actividad bélica no cesa. El condestable de Castilla dispersa al importante ejército comunero formado en el norte de Castilla por Pedro de Ayala, que amenaza sus feudos burgaleses y montañeses. Se hace imposible que los comuneros del norte, con el apoyo de las tropas de Padilla y de Acuña, retomen Burgos en ayuda de la rebelión desatada en el interior de la ciudad y que es sofocada, decisiva ciudad que seguirá ausente desde octubre de 1520 de la Junta comunera.

El triunfo de las tropas dirigidas por Juan de Padilla sobre Torrelobatón, feudo del almirante de Castilla, eleva la moral de los comuneros, que después va decayendo ante la pasividad durante largo tiempo en la toma de decisiones. Una vez reunidas las tropas del almirante y del condestable de Castilla, se lanzan sobre la plaza de Torrelobatón, y el ejército comunero comandado por Padilla se repliega a Toro, importante ciudad comunera amurallada, pero son alcanzados en Villalar, que desde entonces se ha convertido en el símbolo del final de la revolución comunera, aunque sus destellos jamás han podido ser apagados a lo largo de los siglos.

Son muchos los estudios que consideran que durante la jornada del 23 de abril de 1521 en Villalar no tuvo lugar una verdadera batalla, sino más bien una auténtica caza de la caballería realista sobre la infantería comunera, que estaba agotada ante la huida llevada a cabo, la lluvia y el barro. La artillería de la que disponía el ejército comunero no resultó eficiente en esas circunstancias. Los capitanes Padilla, Bravo y Maldonado no pudieron, ante el desastre que se avecinaba, encauzar la desfavorable situación, y lucharon con valentía hasta desfallecer y ser apresados.

Sobre los campos de Villalar, como escribió Prudencio de Sandoval “oíanse gritos y voces de los que morían, y heridos que por el suelo estaban”. Los realistas se dedicaron a rematar a los indefensos soldados comuneros tendidos en los campos, a pesar de las advertencias del condestable y del almirante para evitarlo recordando que eran cristianos y castellanos como ellos. La dura represión contra los comuneros comenzó en el mismo Villalar aquel 23 de abril. Y al día siguiente fueron degollados sin proceso alguno los tres capitanes, al figurar condenados sin más en el edicto de Worms firmado por Carlos de Gante en diciembre de 1520.

Monolito de Villalar con la inscripción de «A la memoria de Dª María Pacheco, Padilla, Bravo y Maldonado»